sábado, 24 de septiembre de 2011

Capítulo V: Esto no es un juego

Isis salió de la carpa arrastrada por Mahasiah, era muy temprano, demasiado temprano, y según sus cálculos era sábado, así que ese día ella tenía el DERECHO de despertarse tarde, estaba en su contrato y si no tenía contrato iba a exigir uno.
Además la otra niña, Ariana, o como sea que se llamase, no la había dejado dormir, y no es como que no hubiera dormido por que hubieran estado conversando, no, porque la chica no le hablaba, sino mas bien porque le había insinuado que la carpa estaba rodeada de esos lobos grandes que eran las mascotas de Fadil y que podían atacarla en cualquier momento si les daba hambre, y ella definitivamente no quería ser comida por lobos.
Ella no quería dormir en una tienda, no quería dormir en una hamaca, no quería despertarse, y definitivamente no quería sentarse en un tronco a desayunar con la persona que le había dicho que los lobos se la querían comer y, por sobre todo, no quería comer lo que sea que le diera esa elfa. No, esa elfa no sabía cocinar, o al menos como a ella le gustaba. Quería volver a su casa, dormir en SU cama, estar en SU pieza y comer lo que a ella le gustaba y, además, quería helado. Sí, helado, porque a pesar de ser invierno, hacía calor y un helado no le hace mal a nadie ¿o sí? Quería muchas cosas, sobre todo que esos lobos desaparecieran, aún no creía el cuento de que los animales esos eran sus “amigos”. “Los amigos no miran con ganas de comer o de atacar”.
  •      Siéntate y come – Dijo Mahasiah mientras le pasaba un plato – ¡Y no pongas caras! – Amenazó al ver que su protegida ponía cara de asco al ver la comida – Come, Isis –

¾  - Pero antes de comer quiero hacer una pregunta. Fadil – El elfo miró a la hechicera - ¿Existirá alguna forma para que los lobos se vayan? – Alfa, el lobo que estaba al lado de Fadil la miró como diciendo “¡Estoy aquí!”. El elfo miró burlesco al animal y se dispuso a explicarle a la hechicera.
  •       Majestad, no se pueden ir, son parte del grupo… -
  •     ¡SON COMO GATOS! ¡ANIMALES! Mascotas, no pueden ser parte del grupo… Sin ánimo de ofender, Omega – Apuntó Isis al lobo, quien negó con la cabeza – Además ¿por qué el lobo que es más grande anda contigo si tú eres tan flaquito? –
  •       Eso y ¿por qué eres así como el “jefe” si eres tan torpe? En serio no confío mi seguridad en ti -  Agregó Ariadna con su cara de nada, devolviéndole el plato vacío a una Fadinhe atacada de la risa. Fadil, demasiado avergonzado como para responder, se encogió de hombros. –

  •     Lo que pasa, majestades – Comenzó Gorio con el mismo tono que usaría para explicarle algo a una niña de cinco años – Es que Fadil y yo somos del clan de los lobos y es una tradición que nuestro clan guíe en la batalla y Fadil es nuestro cabecilla porque el lobo alfa de la manada es quien lo elige. – Alfa dio un paso adelante pavoneándose – Sí, Alfa, quedó claro que tú eres el lobo alfa – Comentó Gorio mirando al animal – El lobo alfa crea una conexión con el elfo que considere como líder. Le da lo mismo la edad o si es torpe – Miró directamente a Fadil, quien agachó la mirada – Aunque Fadil comenzó a actuar torpe últimamente… - Fadinhe le dio una mirada significativa a su hermano, quien miró a otro lado – Bueno, la conexión se da cuando el lobo alfa le revela su verdadero nombre al elfo que nos guiará en la batalla –
  •      ¿O sea que Alfa no se llama Alfa? ¡Lobo traicionero! – Exclamó Isis mirando molesta al animal – Pero, entonces, ¿Fadil es como el bakán del grupo? ¿En serio? –
  •       ¿Cierto que no le viene? – Apoyó Ariadna a la otra niña –
  •        Mira, parece que quiere comerse un gusanito – Se burló Yélahiah al ver la cara de derrota del elfo –
  •     No sé cuál de ustedes es más cruel – les reprochó Mahasiah

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Ízar observaba fijamente a la centáuride, intentando descifrar entre sus recuerdos el porqué de aquella visita.
-          Estás muy tensa ¿quieres algo? ¿Un té? – Preguntó Lucis a Casiopea – Si quieres le puedo decir a Circe que te prepare una manzanilla –
-          No, gracias, estoy bien – La centáuride miró a Ízar – Por favor, no sigas haciendo eso, hay recuerdos demasiado dolorosos como para revivir. Si quieres saber algo no necesitas más que preguntarlo –
-          ¡Ízar! Es de mala educación meterse en la cabeza de otra persona, sobre todo si es nuestra invitada – Lucis miró alarmada a su hermana, quien se disculpó con Casiopea –
-          Eres tan inocente, hermanita – Comentó Circe a su hermana menor – Entonces ¿qué hace una centáuride en la casa de las taumaturgas? –
Casiopea fijó su vista en la pelirroja, analizándola, como eligiendo las palabras exactas para responder.
-          Las estrellas me han hablado y me han dicho que la solución correcta no viene del lado de Adrik, como sienten todos los de mi raza –
La centáuride notó el repentino nerviosismo de la taumaturga al escuchar el nombre del hechicero, quiso asociarlo al miedo que podría sentir Circe hacia él, pero Lucis la distrajo de sus pensamientos cuando quiso llevarla al lugar donde ella pudiera acomodarse durante su estancia.

Mahasiah trataba convencer a Ariadna de no intentar usar sus poderes antes de llegar donde las taumaturgas, porque si bien él y Yélahiah podrían ayudarlas, de todas formas estos podrían salirse de control. A todo esto Yélahiah escuchaba amurrado a su amigo, ya que Ariadna se había negado a escucharlo, alegando que cada vez que él intentaba explicarle algo terminaba más confundida de lo que estaba al principio.
A lo lejos, Yélahiah vio que se acercaba una figura ya conocida. Isis se acercaba directamente hacia ellos, como siempre se veía con la cabeza en la luna, pero su paso era decidido hacia ellos. Se acercó y se paró al lado de Yélahiah.
Isis escuchó atentamente a Mahasiah hablar respecto a las taumaturgas hasta que decidió que ya era hora de meterse en la conversación. Levantó la mano y miró a su ogled.
Mahasiah detuvo su discurso sobre porque Ariadna no debería tratar de usar sus poderes y miró a su protegida, esperanzado en que no saliera con alguna de sus tonteras.
-     ¿Isis? –
-   Tengo una pregunta, profesor – Comenzó la muchacha, mirando sonriente a su protector -  ¿Cuáles son los poderes de esas tauma… bueno, de ellas? Porque deben tener algún poder importante si no, no nos serían de ayuda ¿cierto? – Miró expectante a Mahasiah - ¿Y? ¿Cuáles son sus poderes? Ah, tengo otra pregunta ¿Si ellas ya tienen poderes y son como brujas, para qué estamos nosotras entonces? –
Ariadna observó algo sorprendida a la otra muchacha, sí, sorprendida. Así que esa niña sí pensaba… “Interesante, su cabeza no está sólo de adorno” pensó.
  • -  Son poderes diferentes, Isis, por ejemplo, Ízar puede entrar en las mentes de las personas, revisar sus recuerdos, cambiarlos, pero eso casi no lo hace porque cree que es moralmente incorrecto. No te asustes – Agregó Mahasiah al ver la cara de espanto de Isis – No hará eso contigo. Circe, que es la hermana del medio, puede controlar los deseos de las personas, de esa forma puede ayudarte a saber qué es lo que realmente quieres, aunque también te puede manipular… Bueno – Continuó – Y Lucis… bueno, Lucis es... ella es… -

Isis lo miró sospechosa ¿Lucis es qué? ¿Un perro? ¿Qué es? No entendía los balbuceos ni el sonrojo de su protector cuando comenzó a hablar de Lucis ¡Verdad! Ahora lo recordó, ésa era la tal luciérnaga que se lo quería llevar… “Ah no, pero él es mío no más, ningún bicho me lo quitará… ¡Luciérnaga fea!” pensó sin dejar de mirar a Mahasiah.
Yélahiah se burló de su amigo y lo interrumpió levantando su mano. Mahasiah no se dio cuenta y siguió tratando de explicar a Lucis. Ariadna levantó una ceja al ver lo bajo que había caído el joven “Y yo que creí que él era el otro cuerdo del grupo…” pensó.
  •       Entonces, Lucis – comenzó Yélahiah mirando burlesco a su amigo, quien ya se había dado cuenta que estaba hablando incoherencias – ella puede controlar las emociones, de esa forma puede lograr que ustedes puedan sacar sus poderes de forma correcta ¿entienden? No es tan difícil, por ejemplo las relaja si es que es necesario o las estresa o las puede hacer llorar o… -
  •     Quedó claro – Interrumpió Ariadna a su protector – ¿Entonces ella son como las catalizadoras de nuestros poderes? –
  •       Sí, exacto – Respondió Mahasiah, ya más concentrado – Son catalizadoras, pero ellas no manejan tantos poderes como ustedes, por eso tú – apuntó a Ariadna – e Isis son tan importantes. A pesar de que ellas podrán ayudarlas a sacar sus poderes, de ustedes depende el resto. –

Isis, que ya no escuchaba a su protector, pegó un grito al ver que el lobo de Fadil estaba a su lado. El animal movió la cola y se dirigió hasta el elfo, quien se dirigía a ellos junto a su hermana.
  •      Entiende, si quieres que nuestra majestad coma de tu comida tienes que preguntarle qué le gusta y… ¡¿Por qué hablo de comida?! ¡Tengo cosas más importantes que hacer! – Fadil miró a las muchachas a hizo una reverencia.  – Majestades, disculpen las insensateces de mi hermana –
  •        No creo que tu hermana sea más insensata que ella – Comentó Ariadna mirando de soslayo a Isis –
  •      ¡Para de tratarme así! – Se quejó la muchacha. Isis fijó su vista en el elfo – Oye Fadil ¿me haces un favor? –
  •       ¿Si majestad? –
  •       ¡Dime por mi nombre! No me gusta que me digan “Majestad” –
  •       Sí, me aburre que me digan así. Dime “Ariadna” es más simple – Agregó la otra muchacha. Fadinhe miró a ambas y sonrió. - ¿Qué? –

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  •  Nada, Ariadna – La elfa comenzó a reírse  - Siento que ahora tenemos tanta confianza, majest… digo, Ariadna –
  •      ¿Qué quieres? – Preguntó el rubio a la figura que lo miraba desde la puerta –
  •      ¿Es que acaso no puedo venir a verte? – Dijo una voz femenina -  Creí que mi presencia siempre era bienvenida –
  •      No te creas tan importante – La figura se le acercó. Adrik la ignoró y siguió revisando el mapa que estaba en la pared –
  •      ¿Por qué no me prestas la misma atención que a ese mapa, Adrik? – La mujer se apoyó en la espalda de él y, poniéndose en puntillas, le habló al oído – Vamos, sé que tú también lo quieres… - Adrik puso más atención en la mujer, después de todo era una proposición tentadora. La figura se alejó un poco de él – Es verdad, no vine solo a verte… Hay un asunto que me altera – El hombre volvió a prestar atención al mapa – Supe que hay un traidor entre tus tropas – La mujer se apoyó al lado del mapa - ¿No sabías? – Preguntó inocentemente al ver que Adrik la miraba interesado –
  •      Hay traidores en todas partes… - Respondió con frialdad -
  •      Sí, pero no todos pueden leer las estrellas – Expuso la mujer, jugando con un mechón rubio del cabello de él. Adrik, en un movimiento veloz, la acorraló contra la pared. Ella solo sonrió – Dejaré que más adelante te encargues de ese traidor, ahora tienes otro asunto que atender – 
  •      ¿Estará mal tratarlas por su nombre? Para mí siempre han sido “majestades”, además, los elfos debemos tratarlas así ¿no? Con respeto y hablando de respeto ¡Tenle un poco de respeto a mi hermana! – Dijo Fadil a su amigo, Daltar, quien lo escuchaba sin prestarle mucha atención - ¡Es mi hermana! No será la hermana ideal pero… De todas formas, tenle respeto – Daltar se encogió de hombros –
  •      Sí, señor, jefe del clan del lobo… - El lobo, Alfa, lo miró como diciendo “Deja de meterte con su hermana…” - Tu hermana es la que se acerca a mí, además, cocina bien y por el estómago se llega al corazón ¿no sabías? – Daltar se rió al ver la cara de furia de su mejor amigo –
  • ¾     Voy a desplumar a tu gallina – Respondió enojado el elfo. De repente, el lobo se detuvo y miró a Fadil - ¿Qué ocurre, Alfa? – Fadil se miró con Daltar, quien ya había enviado a su halcón a vigilar la zona. Los demás elfos también se habían detenido. El elfo se acercó a los ogled – Llévenselas, escóndanse –

Mahasiah miró al elfo algo confundido, pero luego comprendió por qué.  Tomó de la mano a Isis y la alejó del camino. Yélahiah en cambio tomó a Ariadna de los hombros y la zamarreó.
  •   ¡Se me quedó algo allá, acompáñame! –
  •      ¿Qué? Pero si no has ido para allá – Replicó la muchacha, tratando de entender a su ogled - ¿Qué te pasa? –
  •      Acompáñame ahora, si no lo encuentro… ¡Moriré! – Dramatizó el ogled, tratando de que su protegida no se diera cuenta de lo que estaba pasando en realidad.  La tomó de la mano y  siguió al otro ogled –

Fadil sacó su espada y esperó. Algo iba a ocurrir, lo sabía. Miró a los demás elfos y todos ya estaban con sus armas listas para atacar. Buscó con la mirada a su hermana y la encontró siguiendo a los ogled y a las hechiceras. “Quédate allá” pensó mientras veía como la elfa se alejaba.
El lobo tomó posición de ataque, esperando, al igual que el elfo. Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo. De repente la tierra comenzó a temblar bajo sus pies y alrededor de ellos. De la tierra emergieron de un salto unas criaturas que apenas le llegaban a la cintura a Fadil, con expresiones feroces y cabellos desgreñados y llenos de tierra y musgo, armados con masas y hachas que les doblaban el porte y en ellas se podía notar el trabajo y la dedicación de hábiles forjadores, mas eso solo acrecentaba la brutalidad que proyectaban ya que se podía decir que esas armas estaban hechas para matar.

Los enanos alzando un grito de guerra se lanzaron sobre los elfos con tal ímpetu que los hicieron retroceder pero de inmediato comenzaron el contraataque.
Ambas niñas se detuvieron en seco al escuchar el entrechocar de metales. Ariadna intento darse vuelta para ver qué era lo que ocurría pero Fadinhe tomándola de un brazo la obligó a seguir caminando.
  •     ¡No se detenga majestad! – pero la niña, soltándose del agarre se dio media vuelta, con su espada en mano dispuesta a defender a aquellos que la estaban defendiendo. Yélahiah, viendo como su protegida se dirigía directamente hacia la batalla, corrió tras ella para defenderla de cualquiera que quisiera hacerle algún mal.

¾     -No podemos quedarnos aquí – declaró Isis seriamente – tenemos que ayudarlos – y sin esperar una respuesta de Mahasiah partió apuntando con su arco, a medio camino se dio cuenta que no solo había elfos y enanos luchando, sino que también un par de lobos, pumas y uno que otro halcón jalando del pelo a un enano “¿de  dónde salieron tantos animales? Ay esta cuestión no sirve” pensó arrojando su arco hacia un lado y vio como Ariadna se defendía bien lanzando mandobles y patadas de artes marciales “¡Uy! ¡Yo también se hacer eso!”

De pronto un grito agudo llamó la atención de los elfos, no era un grito pidiendo ayuda, más bien era un grito de ataque. Como pudieron los elfos se dieron vuelta y lograron ver como Ariadna derrotaba a un enano a fuerza de patadas y llegaba al lado de Fadil. El elfo miró desconcertado como la niña luchaba, mejor de lo que él jamás hubiera esperado, y de la forma más extraña que él hubiera visto nunca, utilizaba la espada de la forma en que él le había enseñado, pero sus sablazos se veían acompañados de poderosos puntapiés que casi abollaban las armaduras de sus oponentes. Se quedó pegado viendo las piernas de la muchacha, ¿y cómo no? Si con esa extraña vestimenta que dejaba poco para su imaginación, porque ¡demonios, que tenía unas piernas bellas! y con esas patadas que llegaban a darle miedo era imposible no mirarlas. No creía ser el único que mirara las piernas de la muchacha y muy a su pesar ese pensamiento lo hizo enfadar. Gracias a las hechiceras,  el chillido de alarma de su hermana lo sacó de sus pensamientos.
¾     -¡La espada, elfo, la espada! – Fadil volviendo a la realidad y con una vaga estocada derribó a un enano que se abalanzaba sobre él con el hacha de guerra presta a partirlo en dos. Buscó con la mirada a Ariadna nuevamente, pero el grito de la otra hechicera lo hizo cambiar de objetivo.
¾     -¡AAAAAAAHYYYYYYAAAAÁ! – un enano cayó derribando a uno de sus compañeros que se encontraba entre Fadil y Ariadna. Unos metros más atrás Fadil pudo ver a Isis en una extraña posición de ataque, con los puños frente el rostro, los ojos desorbitados y una sonrisa sicópata en la boca.
¾     ¡¿Estás bien, Isis?! – preguntó Mahasiah cerca de la muchacha.
¾     -¡Yo no le quería pegar! – Respondió espantada la niña.- ¡La violencia nunca resuelve nada! –
La muchacha, sin cambiar de posición, miró a su alrededor, tratando de entender de dónde habían salidos tanta gente pequeña ¿Por qué los atacaban? Quizás estaban en su territorio, el territorio de la gente pequeña “Incluso para mí eso es absurdo” pensó. Observó cómo los elfos se defendían de los ataques como podían. Por alguna extraña razón, algunos parecían estar sobrepasados por la situación. Vio que un hombre pequeño corría hacia ella con un hacha en alto, ella lo miró asustada y, cerrando los ojos, pegó una patada, esperando que con eso el hombre la dejara tranquila. “Pero…son enanos” pensó “así que así son los enanos… no se parecen en nada a lo que dijo Mahasiah” Se alejó un poco de la batalla, tratando de ver mejor qué era lo que ocurría cuando de repente vio que la otra chica, mientras peleaba contra dos, comenzaba a ser rodeada por varios enanos. Notó que Fadil, quien también se había dado cuenta, le hizo una seña a su lobo quien lo comprendió y corrió hacia Ariadna. Isis suspiró, tendría que ir a ayudarla, después de todo ¿qué podía hacer ese gato contra todos esos enanos? Corrió hasta acercarse a la otra muchacha cuando un enano se puso delante de ella, alzando su mazo, dispuesto a atacarla.
  •      ¡Ni se te ocurra! ¡No te conozco y no tienes derecho a golpearme! – Regañó, tomando por sorpresa al enano y a los demás, quienes al escuchar el grito de la niña la miraron extrañados – Exacto ¡Se llama educación! ¿O acaso tu mamá no te enseñó buenos modales? ¡Probablemente tus padres estarían muy avergonzados por tu actitud! ¡Al menos preséntate! Ni siquiera tu cara te acompaña, si al menos sonrieras… ¡COMO SEA! ¡NO ME GOLPEARÁS, NI SIQUIERA LO INTENTES! Y USTEDES –Apuntó a los enanos que estaban alrededor de Ariadna - ¡A LAS MUJERES NO SE LES GOLPEA, ES DE MALA EDUCACIÓN! ¡ES INMORAL! ¡POCO ÉTICO! ¡LA VIOLENCIA NO RESUELVE NADA! –
  • Ariadna, aprovechando la intromisión de Isis, logró correrse de dónde la iban a emboscar para ponerse en un lugar que le diera más ventaja para poder pelear contra los enanos. Notó que mientras la otra muchacha seguía gritando y dándoles clases de moralidad y ética, un enano iba por detrás de ella, dispuesto a atacar a Isis. La trigueña le hizo una seña a Isis, quien comprendió y se dio media vuelta, preparando ya un discurso contra ese enano. Ariadna continuó su pelea contra los otros enanos con más ventajas.

  • Mira, enano, no me gusta esto así que baja tu mazo y entiende que la violencia no resuelve nada… - Isis se vio interrumpida por el golpe que casi le dio en la cara por parte del mazo del enano, quien le dedicaba una mirada malévola - ¡CÓMO SE TE OCURRE HACER ESO! ¡TIENES QUE SER MÁS CIVILIZADO! ¡ESO NO ESTÁ BIEN! ¡Y BAJA ES MAZO AHORA! ¡¿ENTIENDES?! ¡QUE LO BAJES, AHORA! –
La otra muchacha vio de reojo que Isis comenzaba a acorralar al enano mientras le gritaba, ya enojada, sobre lo horroroso que era la violencia. De repente, sin que nadie se lo esperara, el enano salió disparado contra un árbol. Ariadna miró sorprendida a Isis, quien le daba la espalda, vio como se detuvo y luego se devolvía al lado de Mahasiah. La trigueña continuó peleando contra los enanos, ya con mayor ventaja. En ese momento ya estaba dispuesta a dar el golpe final cuando los enanos se formaron y levantaron una nube de polvo, cuando ésta se deshizo, los enanos ya no estaban. Ariadna, luego de unos minutos y algo confundida, se acercó a Fadil.
-    ¿Qué acaba de pasar? – Preguntó la muchacha al elfo. Fadil le dedicó una mirada reprobatoria –
-     Se fueron y ustedes – La apuntó a ella y luego a Isis – Se han puesto en grave peligro –
-     ¿Grave peligro? Fadil, no se la habrían podido solos – Dijo Ariadna sin darle mayor importancia –
-     No seas exagerado – Agregó Isis, apoyando a la otra muchacha –
-     Majestades, esos enanos podrían haberlas matado y toda la misión habría fracasado, no podemos arriesgarlas de esa forma – Dijo Daltar –
-     Ustedes tendrían que haberse ido sin mirar atrás, nosotros las tenemos que defender, no al revés – Fadil las miró molesto – Fue una irresponsabilidad de su parte – Ambas niñas bufaron –
-     Ay, Fadil, para con todo esto. Si ni nos tocaron – Comentó Isis, indiferente – No le pongas tanto color tampoco –
-     ¿Tanto color? – Preguntó el elfo tratando de entender a qué se refería la hechicera - ¿Color? ¿Qué tiene que ver eso? ¡Ariadna, Isis, entiendan que casi las matan! – Ambas miraron sorprendidas al elfo, nunca lo habían visto molesto – Este ataque es el primero de varios, si les decimos que se tienen que ir, ustedes se van. Su seguridad está primero. –
-     Ay, bueno… No te pongas así – Dijo Isis, tratando de calmarlo –
-     No pasó nada, pudimos defendernos, no siempre los necesitamos con nosotras – Agregó Ariadna – También podemos pelear con ustedes. Bueno, ella lucha con su moral y ética y la potencia de su voz – Miró de soslayo a Isis – Y quedó claro que yo ya puedo usar la espada y puedo defenderme sola. Lo que no quita que deba dejar las clases de esgrima. –agregó un poco más bajo.
Fadil las miró, aun enfadado, al igual que el resto de los elfos, abrió la boca para seguir regañando a las muchachas  cuando claramente enfurecidos llegaron los dos ogleda, agarraron a su protegida de un brazo, se las en direcciones opuestas y comenzaron a gritarles.

  •     ¡¿Tú no piensas Isis?! ¡¿Es qué no te das cuenta de lo que está pasando?! – la niña abrió la boca para responder pero Mahasiah no la dejó - ¡Entiende que esto es importante! ¡¿Si te mueres qué le diré a tu madre?! Si te dicen que te vayas ¡TE VAS! ¡ASÍ DE SIMPLE! ¡NADA DE HABLAR DE MORAL Y ÉTICA CON LOS ENANOS! ¡ELLOS NO SABEN NI SIQUIERA LO QUE ES EL RESPETO! – Isis abrió la boca unas cuantas veces para hablar pero sus “Mahasiah yo…” “Pero…” “Es que yo…” eran silenciados por los gritos de su ogled - ¡Isis, tienes que concentrarte! ¡Tener prioridades! ¡Y SEÑORITA, PRIORIDAD NO ES ENSEÑARLE BUENOS MODALES A LOS ENANOS! – Mahasiah se dio cuenta de que estaba perdiendo la atención de la muchacha y se tomó un pausa para respirar - ¿acaso te das cuenta de lo que pasó? – la niña negó con la cabeza - ¡te acabas de meter en una batalla! ¡Tú que no sabes ni siquiera usar un cuchillo de cocina!
  •      Si… ¿pero no viste como hice volar a ese enano? – pregunto con cautela Isis.
  •      ¡Sí! ¡Eso estuvo maravilloso! – El joven la abrazó y ella no entendió por qué – ¿acaso sabes lo que hiciste? – la niña lo miró pensativa y se quedo así por un buen rato, luego respondió
  •      ¿Acaso mis dotes de opereta salieron a flote? – Mahasiah la miró confundido.

¾     -¡No! ¡Liberaste tus poderes! – el ogled volvió a abrazar a una confundida Isis. La niña se demoró un minuto antes de ahogar una exclamación.

¾     -A ver Ariadna, explícame algo – el ogled la miraba fijamente con hielo en sus ojos verdes, le temblaban las manos pero su cara era una máscara de frialdad - ¿Cómo se te puede ocurrir ir a meterte en medio de una batalla donde no te llamaron? Yo pensé que eras inteligente, o que al menos eras madura, pero ahora veo que aun eres una niña irresponsable – la niña lo miró bocabierta, jamás, en toda su vida Yélahiah le había hablado así, y jamás le habían dicho irresponsable o la habían tratado de tonta y todo eso era tan impactante que ni siquiera podía responder – si te tomamos y te alejamos de un lugar no es para que vuelvas corriendo con tu espada en alto para que salves el día, no estamos jugando a las guerritas. ¿No sé qué voy a hacer contigo? – Yélahiah la miró decepcionado, cerró los ojos y soltó un largo suspiro – vete. En estos momentos no puedo hablarte, no puedo verte.

Se sentó bajó un árbol, a vista de todos para que no se preocuparan buscándola, le dolían las heridas que le habían hecho en un antebrazo y en un muslo, pero más le dolían las palabras de su protector, tal vez Yélahiah tenía razón y ella estaba siendo irresponsable, después de todo, todos esos elfos estaban arriesgando su vida por protegerlas ¡Pero ella no podía permitir que alguien más peleara sus batallas o saliera herido por intentar protegerla! Si ese era el caso ella pelearía codo a codo con aquellos que la apoyaban. Pero era verdad que ella no estaba entrenada para la guerra como los elfos, pero ella solo entró en batalla porque vio a los elfos demasiado conmocionados como para atacar de una forma concentrada, ¿o es que tal vez era el hecho de que ella hubiera entrado en la batalla lo que los había desconcentrado? Se tapó la cara con las manos y no pudo ver cuando Isis llegó a su lado con un zurrón, de vuelta de haber ayudado en el vendaje de las heridas de Mahasiah. Sintió una mirada divertida fija en ella, esperaba que fuera Yélahiah, pero sabía que no tendría esa suerte.
  •     ¿No tienes otro lugar en donde estar molestando? – preguntó cansada. Isis la siguió mirando, se fijó en las heridas que tenía, se dejo caer junto a la otra niña y le tomo el brazo izquierdo que era el que estaba herido.

¾     -¿Y qué te dijo Yélahiah? – Preguntó Isis – porque parece que te dejó mal…
¾    -  No te interesa – suspiró y miró hacia el lado contrario al de la otra niña pero pudo sentir como Isis limpiaba con afán la herida de su brazo.
-    Si me interesa – respondió concentrada en no apretar demasiado la venda alrededor de la herida – Porque estamos atadas en esto juntas, además, desde que estas así me he sentido un poco deprimida, no sé, el aura del lugar se ha vuelto pesada… así que déjate de tonteras y dime que pasó, no puede haber sido tan malo – Ariadna la estudio un momento, la chica no se veía con dobles intenciones, ni que esperara nada a cambio. Soltó un largo suspiro y fijó su vista en ella, estaba demasiado cansada anímicamente como para ser antipática.

Mahasiah se acomodó en el tronco en el que estaba apoyado, cambió de un pie al otro, se quitó la venda que Isis le había puesto de adorno como cintillo, revisó sus heridas, todo eso mientras su amigo despotricaba en contra de la conducta de su protegida. Lo veía caminar de un lado a otro, alegando contra la irresponsabilidad de Ariadna, nunca lo había visto tan enojado.
  •      ¡Es una inmadura! ¿Cómo puede creer que puede llegar y meterse en una batalla? ¡Pudo haber muerto! Es una irresponsable… - Continuaba Yélahiah mientras negaba con la cabeza - ¡Se supone que ella es la centrada! ¡La que no haría estupideces! ¡Pero ahí fue, a meterse donde nadie la llama! – Mahasiah suspiró y miró a su amigo – ¡DEBERÍA HABERMELA LLEVADO DE UN BRAZO, SIN SIQUIERA DECIRLE ALGO, SIMPLEMENTE LLEVARMELA! – Se detuvo unos segundos para tomar aire. Le dio la espalda a su amigo, tratando de calmarse. Mahasiah aprovechó para intervenir –
  •      ¿No crees que estás exagerando? – Preguntó – Ella toma sus propias decisiones, libre albedrío… Sí, nosotros las tenemos que proteger, pero eso no significa que tengamos que limitarlas. Lo que pasó hoy sirve para que se dé cuenta que no es una broma, que hay gente que quiere hacerle daño y que serán capaces de cualquier cosa – Yélahiah lo miró sobre su hombro – Está bien, hay que cuidarlas, pero también tenemos que darles espacio, que se arriesguen. Yo también estaba preocupado por Isis y entiendo que estés enojado pero están bien, no les pasó nada grave –

Yélahiah se dio media vuelta y miró a su amigo. No sabía si estaba bien decirle o no… Quizás era lo mejor. Se acercó a él, sin estar seguro aún de lo que diría.
¾   -  Es que yo no me preocupé de ella de la misma forma que tú te preocupaste por Isis – Dijo el trigueño. Mahasiah lo miró confundido –
¾    -  ¿A qué te refieres? – preguntó, luego abrió los ojos sorprendido - ¿Qué hiciste? – susurró. Yélahiah bajó la cabeza.
-    Nada, solo que yo… -

  •     ¡Es que son nuestras batallas! No podemos dejar que ellos se sacrifiquen por nosotras – Alegó Ariadna a la otra muchacha –
  •      ¿No crees que estás siendo un poco egoísta? Después de todo, también es su batalla, ellos han estado aquí desde antes que nosotras siquiera naciéramos, ellos han defendido todo. Obviamente van a querer protegernos. Y Yélahiah… bueno, él nació para protegerte, obvio que se va a enojar pero, no te preocupes, yo creo que se le va a quitar – Isis miró a la otra niña – Nos van a querer proteger siempre, pero tampoco es como que nunca tendremos que estar en una pelea y, créeme, la idea no me agrada, pero, tiempo al tiempo… - Ariadna la miró –
  •      No creí que dirías algo inteligente – Comentó divertida –
  •      Me han dicho eso muchas veces… - Isis se rió y terminó de vendar – Listo, pero lo de tu pierna tienes que verlo en una tienda –
  •      See… Oye, así que tú también sabes defensa personal – Dijo Ariadna –
  •      Ah, sí, mi mamá me obligó pero… ¡AHORA ENTIENDO POR QUÉ! Esa mujer – dijo entrecerrando los ojos – Ella sabía algo y no me dijo… - Ariadna la miró divertida –

Ambas vieron que Yélahiah se acercaba a ellas. Ariadna se paró mucho antes que el llegara, quería pedirle disculpas por su conducta, esperó que él llegara junto a ella pero, antes de que pudiera decir algo, él la atrapó en un fuerte abrazó. Mahasiah quien venía tras de él lo miró con el ceño fruncido y luego se fijó en Isis, quién miraba la escena como analizándola y pudo ver el cambio de la cara de la niña cuando comprendió lo que él ya sabía.
Ariadna se sorprendió, esperaba que el aun estuviera enojado con ella, pero se sentía feliz de que la menos ya no la apartara así que le devolvió el abrazo. Ya estaban bien.
  •     No sabes lo preocupado que estaba – susurró Yélahiah mientras la abrazaba con aun mas fuerza –

Isis caminó hacia a Mahasiah y lo tomó del brazo y se lo llevó, mientras se alejaban de los otros dos pudo ver a Fadil. El elfo observaba la escena descorazonado, luego de unos momentos, partía al bosque junto a su lobo que lo miraba como queriendo consolarlo. La niña volvió la mirada a su ogled, quien la comprendió y solo negó con la cabeza con tristeza.

Una pareja de elfos caminaban hacia el campamento. Uno de los elfos llevaba un trozo de madera que antes había sido una cuchara de palo y se la mostraba al otro.
  •     Necesito otra cuchara de palo – Dijo la elfa y miró significativamente al otro, quién solo rió – ¡Es en serio! –
  •      Bien, Fadinhe, yo te conseguiré una – Contestó el elfo –
  •      Gracias, Daltar – la elfa le sonrió coquetamente. Luego notó la ausencia de su hermano - ¿Y Fadil? – Daltar frunció el ceño –
  •      Se supone que estaba acá… lo iré a buscar -
Fadinhe guardó el trozo que le quedaba de lo que había sido su cuchara de palo en un morral que llevaba y comenzó a buscar a su hermano, sabía que algo andaba mal. Lo encontró bajo un árbol junto a su lobo. La elfa se acercó y lo miró preocupada.
  • ¿Qué pasó? – Preguntó a su hermano, quien la miró y luego bajó la cabeza - ¿Es por Ariadna? – Fadil asintió -  Cuéntame –

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Los elfos se reunieron para organizar todo luego del desastre que había quedado. Fadil daba órdenes sin darse cuenta de que una hechicera lo observaba.
Ariadna recostada sobre Yélahiah lo miraba, con la misma expresión de siempre, pero sin entender por qué lo miraba. Algo le llamaba la atención de él, bueno, el elfo ya de por si llamaba la atención con su grandes ojos grises que brillaban con excitación cuando se encontraba contento, y su sonrisa sincera, o el sonrojo que le cubría las mejillas cuando se sentía cohibido, o la fluidez de sus movimientos mientras manejaba la espada o corría junto a Alfa, no, no era eso, tampoco era la forma en que la punta de su puntiaguda oreja asomaba a través de su cabello color cobre que brillaba con el sol soltando destellos o el ángulo que tomaban sus cejas cuando se gritaba con su hermana. No. Más bien era que le causara curiosidad el hecho de que el joven elfo parecía volverse cada vez más torpe mientras más tiempo pasara cerca suyo, pero que a pesar de eso podía verse tan imponente mientras daba órdenes a sus compañeros o detenía hachas de su porte con apenas empujones. En un momento de la batalla, cuando el elfo acababa de darse cuenta de su llegada, la habían impresionado la ferocidad casi lobuna de sus ojos mientras intentaba defenderla.

  •      Tengo una pregunta señor don profesor jefe Fadil – indicó Isis – me gustaría saber de donde salieron tantos bichos, digo, animales. – Mahasiah miró a su protegida y luego rodó los ojos y no dijo nada. Daltar ahogó una risa, Fadinhe no lo intentó. Fadil se pasó una mano por el pelo, no sabía si la niña lo había hecho a propósito o realmente el único animal al que había visto durante las dos semanas que llevaban de camino era Alfa y los conejos que se reusaba a comer. La muchacha lo miraba expectante ¡la pregunta iba en serio! El elfo se volvió a pasar la mano por el pelo en un gesto coqueto que inconscientemente había adoptado, reacomodó unas hebras rebeldes de cabello que insistían en caerle sobre el rostro y suspiro –
  •      Señorita Isis… - comenzó Gorio pacientemente al notar que Fadil aun se encontraba un poco molesto con las muchachas “esta juventud impaciente…”
  •      Los animales han estado alrededor de nosotros las dos semana, onda son como las mascotas de ellos, Isis - intervino ceñuda pero sin mala onda Ariadna mientras se separaba un poco de Yélahiah.
  •      No son mascotas. Son nuestros compañeros – continúo Gorio – son parte de los clanes, los patrones, cada clan tiene su patrón animal…
  •      ¡Son animales no santos! –
  •      ¡Más respeto Isis! – la sermoneó Mahasiah
  •      A ver Isis – se acerco muy suelto de cuerpo Daltar – la cosa es que Fadil, Gorio y Fadinhe son del clan del gato – los tres elfos y Alfa lo miraron ceñudos, el lobo incluso le ladró – ¡Ay que sensible el gato! Yo soy del clan de la gallina voladora – Ariadna lo miró significativamente.
  •      Si vas a explicar algo explícalo bien Daltar – lo regaño la muchacha.
  •      Halcón, el clan del halcón – se corrigió Daltar  - Menzbier y Ronnon  - los dos elfos mas alborotadores del grupo los miraron con sus ojos felinos y le sonrieron a la niña. - son del clan del puma y por eso hay pumas alrededor del campamento. Likán – un elfo de piel bronceada, casi dorada, de cabello negro ondulado y suelto, a Isis le dio la impresión de que parecía un surfista australiano  - es del clan de la costa, pero… el no puede traer a su acompañante porque, bueno, moriría. Rakife es del clan del zorro – apuntó al elfo más pequeño del grupo, pero a la vez era el más ágil – y Wulfric y Zariel – un elfo de rasgos finos y ojos pequeños e hipnotizadores le sonrió a la niña lo que le provocó cierta desconfianza – son del clan de la serpiente…
  •      ¡Por eso está este gusano gigante! – exclamó Isis comprendiendo la presencia de la serpiente que solo atinó a mirarla confundida. – espera ¿Quién era Wulfric?
  •      ¡¿Quién era Wulfric?! ¡Solo el mejor guerrero de toda la historia de los elfos! – Interrumpió entusiasmado Fadil, asustando a su hermana y a Alfa, Daltar negó con la cabeza y rodó los ojos, isis lo miró aun sin entender – el augusto elfo que las recibió en el claro el día que llegaron.
  •      ¡Aaah! Yo creo que estás enamorado de él  - Fadil la miró espantado. Fadinhe comenzó a reírse exageradamente de su hermano y a Ariadna le dio un ataque de tos al escuchar la insensatez de la otra hechicera y Yélahiah, bueno, él le daba golpecitos en la espalda tratando de calmarla –
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Los elfos se reunieron en un claro cerca del campamento, alejados de miradas curiosas, dígase, Fadinhe. Fadil llegó y se encontró con los demás, dispuestos a comenzar la reunión. Cada animal estaba al lado de su respectivo acompañante. Alfa caminaba al lado del elfo, con una actitud de líder.
  •      Después de lo que pasó hoy, está claro lo que tenemos que hacer – Comenzó Zariel mientras la serpiente se enroscaba en su brazo – Hoy arriesgamos a las hechiceras, por lo que yo creo que es mejor separarlas – Daltar bufó – Deberíamos ir en dos grupos hasta donde las taumaturgas, así no las pondríamos en peligro a las dos –
  •      Ya habló el gusano gigante – Dijo Daltar, dándole una mirada de odio – No porque tu animal no sea de manada significa que tenemos que separar el grupo – La serpiente del otro elfo le siseó enojada –
  •      El tuyo tampoco lo es y lamentablemente también estás en el grupo – Discutió Zariel, ignorando al halcón de Daltar, el cual se había acercado a su acompañante, mirando al elfo peligrosamente, dispuesto a atacar al igual que la serpiente –
  •      Esto no es una pelea de clanes – Trató de calmar Gorio – Debemos decidir lo mejor para la misión y no creo que el separarlas sea lo correcto. Debemos mantenerlas unidas – Likán asintió con la cabeza al escuchar al otro elfo –
  •      Nosotros estamos orgullosos de la señorita Ariadna – Dijo Menzbier mientras Ronnon lo apoyaba – Se pudo defender sola perfectamente… Lo que no significa que estemos apoyando lo que dice Zariel, no creemos que sea bueno separarlas, nunca antes se ha hecho –
  •      Además, eso es lo que Adrik espera que hagamos, separarlas – Agregó Likán – Separa y vencerás -
  •      Fadil ¿Qué opinas? – Preguntó Gorio al otro elfo, quien se miraba con su lobo, tratando de encontrar una respuesta –
  •      No podemos separarlas. Seguiremos en grupo, tal como lo hemos hecho hasta ahora. Es más fácil protegerlas de ese modo – Fadil miró a Zariel – Mientras menos gente esté con ellas, estarán más propensas a ataques. Hoy nos defendimos y lo seguiremos haciendo – Daltar sonrió orgullosamente a su amigo – Solo nos tomaron por sorpresa, todo está muy tranquilo, por ahora. Tendremos que estar más preparados que antes, las defenderemos aunque eso implique nuestra muerte. No las separaremos – Finalizó el elfo, dando por terminada la reunión. Los demás elfos asintieron con la cabeza ante la decisión de su líder, excepto Zariel, quién lo miraba reprobatoriamente. –
  •      Ariadna se supo defender – Dijo Daltar – E Isis igual, claro, de distinta forma… ¡Su moralidad es un gran arma! – Rió el elfo – Yo creo que estaremos bien -

jueves, 15 de septiembre de 2011

Fadil

Fadil (Dibujado por Andrea) 


Cada vez que no podamos subir capítulo, subiremos un dibujo (jejeje, si es que nos alcanzan los dibujos)

martes, 30 de agosto de 2011

Capítulo IV: Todo se mueve...

 -        ¡Isiiis! ¡Ariadnaaa! – Llamó Yélahiah alegremente - ¡Hora de dormir! Tienen que compartir la carpa ¿Tú podrías comer más rápido? No es como si el que estés en otro mundo te diera permiso inmediato para acostarte tarde – le reprochó a Ariadna. – Ya, ya, anda a acostarte.
-        Majestades, - interrumpió Fadil las frases sin sentido de Yélahiah - Gorio y Daltar harán guardia dentro su carpa…-
-        ¡No, para un poco! – Interrumpió Isis – Me estás diciendo que, además de Mahasiah, tengo que compartir mi carpa con ella y ustedes. No, yo me rehúso, me costó mucho tener mi pieza propia en mi casa y no pienso compartir una habitación con nadie más hasta que me case, si es que me llego a casar… - la chica miró pensativamente el cielo y luego volvió a habla - Aparte, el olor a humanidad sería atroz.
-        Los elfos y nosotros no olemos como los humanos – le reprochó disimuladamente Mahasiah.
-        ¿Ah no? Y entonces ¿a qué huelen? -
-        A jugo de piña y café – Ironizó Ariadna entrando a la carpa –
-        ¿Eso fue una ironía? Detesto esas cosas porque nunca sé diferenciarlas. Mejor decir todo de un principio, para que quede claro, ¿Cierto, Mahasiah? – El joven pasó de largo y entró a la carpa - ¡Mahasiah! – Isis rezongó y lo siguió, olvidando por completo que tenía que compartir carpa con muchas personas. Dos segundos después Isis salió gritando desesperada, arrastrando a Mahasiah del brazo. –

Daltar vio como la hechicera corría hacía el otro extremo del campamento arrastrando a su ogled y se escondía tras un árbol. El elfo se acercó a la tienda principal para ver qué había ocurrido. Entro a la tienda tras Yélahiah.

Gorio se acercó a Mahasiah y le preguntó qué ocurría con la niña, a lo que él respondió.

-        Un lobo en la hamaca… - ambos intentaron calmar a Isis y llevarla de vuelta a la carpa, diciéndole que no se podía quedar sola de noche e intentar explicarle que no tenía nada que temer, que los lobos no le harían nada, pero que volviera a la tienda y que allí le explicarían todo.
-        Siempre dicen que van a explicar todo y nunca explican nada. Y a mí no me dijeron nada de lobos, nunca me hablaron de animales salvajes, esto no estaba en mi contrato, ¡ni siquiera tengo un contrato! ¡Mahasiah! Nunca me hablaste de animales salvajes, yo te aguanto hasta ciervos no más ¡ni siquiera me gustan los perros y ahora me dices que hay lobos! ¡esto es inaudito!
-        - Pero majestad… - comenzó Gorio – ellos están aquí por su seguridad, además son parte del clan, ellos… están de nuestro lado. Vamos a la tienda y ahí se dará cuenta de que no son malos, y le explicaremos, de verdad que esta ves si le explicamos, porque los lobos están aquí.- comenzó a guiarla junto al ogled hacía la tienda.

Ariadna curiosa entro a la tienda a ver qué era lo que había espantado a la otra muchacha. Ahí, sentado cómodamente en la hamaca de Isis, era un animal grande, más de lo común, con un grueso pelaje café rojizo, de un tono parecido al del cabello de Fadil. Los azules ojos del lobo la miraban con inteligencia y curiosidad, como preguntándose “¿y ella por qué no se asusta como la otra?”.
  • -        -   ¿Cómo es que se subió a la hamaca? – preguntó a Daltar quien solo se encogió de hombros.
  • -        Alfa – comenzó despacio Daltar – ¿podrías bajarte de la hamaca de la hechicera? – el lobo giró la cabeza hacia un lado y lo miró como diciendo “¿por qué? Si ella no está aquí…” – Sé que no está aquí pero… tu presencia no le causó una buena impresión
  • -        Aquí estás – Dijo Fadil entrando a la tienda. Miró al lobo, quien le respondió con otra mirada y comprendió por qué la hechicera se había ido corriendo. Dio media vuelta para buscar a Isis pero se la encontró en la puerta, siendo prácticamente empujada por Gorio y Mahasiah - ¿Majestad?
  • -       Ese perro ¿de quién es? – Preguntó la muchacha apuntando al animal, que levantó las orejas, sorprendido –
  • -        Es como mío – Contestó el elfo – Y no es un perro, es un lobo –
  • -        Es lo mismo, sácalo, quiero dormir – Respondió Isis – Gato, vete – le dijo al animal. El lobo la miró, bostezo, se estiró y siguió en la hamaca. La muchacha se cruzó de brazos y se le acercó, manteniendo cierta distancia – Ya te dije, bájate – El lobo siguió en el mismo lugar - ¡Bájate! – Gritó la niña, dando pequeños saltitos. El lobo la seguía mirando, parecía más divertido que molesto – Fadil, controla a tu animal y dile que se baje –
-        Alfa, bájate – Dijo Fadil, a lo que el lobo
-        lo miró y de un salto se bajó, miró burlescamente a Isis y se puso al lado del elfo – Listo – Isis miró feo al animal y trató de acomodarse en la hamaca.
-        ¿Es tan común que haya lobos dando vueltas en el campamento? – Preguntó Ariadna –
-        Sí – Se adelantó a responder Fadil -  Porque muchos de los que estamos aquí somos  del clan de los lobos –
-        ¿Y por qué no estaban antes? – Preguntó nuevamente la muchacha –
-        ¡Sí! ¿Por qué tenían que aparecer de noche y no de mediodía? Claro, tenían que aparecer de noche, cuando dan más miedo. A la hora del desayuno habría sido piola, pero no, los chistosos aparecen en la noche ¡Más encima el muy barza se sube a MI hamaca! – Agregó Isis sin dejar de mirar al animal. Yélahiah al escucharla comenzó a reír. Los elfos la miraron tratando de entender qué significaba “piola” o “barza” –
-        Es que pensamos que se iban a asustar… - Dijo Daltar. Ariadna miró a Isis burlonamente –
-        Muy tarde – Comentó la muchacha –
-        Entonces, Gorio y Daltar se quedan haciendo guardia dentro de la tienda, Alfa también… - Comenzó Fadil pero, para variar, fue interrumpido –
-        ¿Y por qué ellos se tienen que quedar acá? ¿Y por qué el gato también? – Preguntó Isis –
-        ¡Sí! ¿Por qué el gato también?... ¿Qué gato? – Agregó Fadinhe mirando para todos lados. Se fijó en el lobo, que no entendía porque le decían gato – Ah, ya encontraste a Alfa –
-        No es un gato – Insistió el elfo. El lobo se le acercó a Ariadna – No se preocupe, no le hará nada –
-        Si sé, si ya no me hizo nada – Contestó la niña mientras el animal la olía. Ariadna le rascó la cabeza – Personalmente no me gustan los animales, pero está simpático tu lobo – Todos los que no eran humanos que estaban en la tienda miraron sorprendidos al animal, el que se dejaba tocar tranquilamente. Luego el lobo se acercó a Isis, quien se corrió a medida que el animal se acercaba –
-        No me muerdas – Amenazó al animal mientras éste la olía. Isis lo miró con precaución y acercó su rostro hasta quedar a la misma altura que el lobo. Se miraron por unos segundos y luego se alejó – Ya nos entendemos, muy bien – El lobo movió la cola y volvió al lado de Fadil.
-        Alfa dice que usted es rara – Dijo el elfo –
-        ¡Oh! ¡Hablas con los animales! ¿Eres una especie de Tarzán? – Preguntó Isis –
-        ¿Quién? – Fadil la miró confundido –
-        Tarzán, el hombre mono… - Mahasiah se sentó al lado de Isis y le tapó la boca –
Ariadna los miraba negando con la cabeza, pensando que esa niña era más tonta de lo que ella creía. Miró a los elfos y les dijo.
  • -        En realidad, yo tampoco estoy de acuerdo con que se queden dentro de la tienda –
  • -        Es por su seguridad – Respondió Daltar –
  • -        ¿Pero no basta con Yélahiah y Mahasiah? –
  • -        En el caso de que nos ataquen y que todos los demás elfos estén inhabilitados para ayudarles, ustedes estarán con nosotros – Agregó Gorio – Corren menos peligro si nosotros estamos acá –
  • -        Disculpa, pero yo creo poder defenderme si alguien me ataca, y no sería más sensato que se ubicase por fuera de la puerta donde pueden ver lo que pasa afuera que adentro donde quedan incomunicados.
  • -        ¡Sí! – corroboró Fadinhe – además ¿Dónde queda la privacidad? Son mujeres, necesitan su propio espacio para hacer cosas de mujeres, estúpido – dijo dirigiéndose a su hermano – Y son las hechiceras, tienes que hacer lo que ellas quieran.
  • -        La verdad – comenzó Mahasiah, quien aún mantenía la boca de Isis tapada – es que a mí tampoco me gusta mucho la idea de que alguien más esté aquí adentro mientras Isis se cambia de ropa…
-        ¡Decidido! Entonces en esta tienda se quedan las hechiceras, sus ogleda y el gato -  celebró la elfa. Fadil la miro esperando de un momento a otro que el lobo la atacara, al animal miró al elfo como diciendo “no me meto en pleitos familiares”.
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El centauro caminaba por los pasillos, llevaba información importante. Conocían las intenciones de él, pero lo que le diría cambiaria sus planes inmediatos.
Todo se hallaba en silencio, solo el sonido de sus cascos contra el piso de piedra y unos gritos lejanos rompían el pesado silencio. Bajó el largo tramo de escaleras que llevaban hacia el último piso, recorrió pasillos mientras los gritos aumentaban de volumen a cada paso, se sentían cada vez más agónicos y desesperados. Sintió lastima por el pobre diablo que tenían apresado allá abajo pero  él no le correspondía hacer nada por salvarlo. Se detuvo ante la puerta donde los alaridos se sentían más fuertes y esperó, sabía que estaban al tanto de su presencia pero no lo atenderían hasta haber terminado primero con su huésped.

Los minutos pasaron mientras los gritos se volvían lamentos y luego desaparecían por completo. Momentos después la puerta se abrió y salió por ella la persona a quien esperaba. El hombre, un joven, los miró con sus fríos ojos negros, el centauro hizo una reverencia y el joven esperó para que se levantara para comenzar a caminar. Esperó que el joven avanzara para caminar a unos pasos de él. El joven era alto, tan alto que llegaba un poco más abajo que su hombro, tenía la espalda ancha gracias a los entrenamientos autoimpuestos, llevaba una trenza rubia que caía sobre la oscura capa hasta la mitad de la espalda. Era un espécimen impresionante para ser un simple humano, a los 21 años ya tenía su propio ejército, tenía aterrorizado a gran parte del territorio. Sí, había hecho más que las generaciones anteriores.
Caminaron en silencio. Muchos temían el pesado silencio que se sentía que se estaba cerca de Adrik, pero no los de su raza. Llegaron hasta una de las habitaciones del castillo, la cuál era usada como estudio. El centauro entró y esperó a que Adrik se acomodara, luego comenzó a hablar.
  • -        Señor, hemos estado observando las estrellas y estamos al tanto de sus intenciones, de querer ir a ver por sí mismo a las hechiceras - Explicó. – pero los astros no consideran que sea lo correcto.

Adrik miró interesado al centauro. Eso era una buena señal, aunque claro, el centauro ya lo sabía.
  • -        ¿Por qué no es lo correcto según los astros, Cefeo? – Preguntó el rubio –
  • -        Una de las hechiceras tiene un poder sobre usted – Respondió directamente el centauro –
  • -        ¿Qué poder podrían tener sobre mí, Cefeo? –

-        Aún no es preciso, pero los astros han sido claros en que no es correcto que usted vaya, señor – Dijo Cefeo mirando a Adrik – No se arriesgue, podría perder todo lo que ha logrado. Y si es de extrema importancia que usted se acerque a una de ella, acérquese a la que siempre carga una espada. A ella podrá matarla con relativa facilidad.-
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Ya llevaban casi dos semanas con los elfos, quienes trataban de hacer más cómoda su estadía, aunque no les resultaba mucho, sobre todo porque las hechiceras aún no se acostumbraban del todo.  Ariadna ya se había adecuado un poco a ese mundo, a los elfos, a practicar, a tener que viajar a pie,  a muchas cosas en realidad excepto a su compañera; la encontraba tonta, inútil, absurda e insoportable. Isis, en cambio, se había acostumbrado a la otra niña, no la entendía, pero la soportaba. Detestaba el lugar, no le gustaba caminar, ni dormir en hamacas. Los elfos le eran indiferentes, pero odiaba que la obligaran a entrenar.
Todos los días era lo mismo. Bueno, no lo mismo. Similar. Isis se despertaba temprano, salía de la tienda, se comía la mitad del desayuno que le daba Fadinhe, ella reclamaba que la hechicera no comía; la niña se devolvía a la tienda y con todo el ruido que hacía, despertaba a Ariadna, quien le gritaba, se levantaba, salía, tomaba desayuno (ignorando los continuos reclamos de la elfa), entrenaba con Fadil, seguía entrenando hasta el almuerzo. Evitaba a Yélahiah, quien insistía en estar a su lado cada minuto. Entraba a la tienda para descansar y se encontraba con su compañera. La otra hechicera trataba de conversarle, ella la ignoraba. Isis salía de la tienda, se encontraba con Daltar o Fadil, quienes insistían en que usara el arco. Lo hacía para que la dejaran tranquila. Practicaba una hora y se iba a caminar por el bosque. Volvía al almuerzo. Se encontraba con la otra hechicera, ambas comían ignorándose. Luego partían para llegar pronto donde las taumaturgas, caminaban hasta que se oscurecía. Volvían a armar el campamento. Y así, día tras día.
Mahasiah y Yélahiah esperaban ansiosos que las niñas comenzaran a relacionarse. Pero no, eso no ocurría. Comenzaban a desesperarse, ya llevaban más de dos semanas y ellas aún se ignoraban ¿qué ocurría? ¿Así fue la última vez? Por lo menos sus abuelas se peleaban, pero ellas simplemente no se hablaban.
  • -        ¿Qué haremos? – Preguntó Mahasiah mientras veía a Ariadna practicar. Yélahiah lo miró y se encogió de hombros – No podemos forzarlas –
  • -        Sí podemos, no debemos hacerlo que es diferente – Comentó el otro – Es cosa de tiempo, Mahasiah, relájate y disfruta –
  • -        ¿Disfrutar qué? –
  • -        El paisaje, la vida ¡Qué sé yo! No seas tan amargado, relax – Dijo Yélahiah mientras se estiraba, observando tranquilamente el lugar. Mahasiah lo miró sin comprender - ¿Qué?
  • -        ¿Relax? Me asusta que a veces hables como Isis –
  • -        Sí, se pega un poco –

Isis salió de la tienda y llamó a Fadil, quien por mirarla recibió un duro golpe en sus costillas.
  • -        ¿Majestad? – Dijo el elfo mientras se sobaba donde había recibido el golpe –
  • -        Estuve pensando… - Comenzó la hechicera, ignorando el bufido de Ariadna – que sería mejor si partiéramos ahora, en la mañana, porque para mí, no sé si para ella – dijo Isis apuntando a la otra niña – es una pérdida de tiempo estar acá, en la mañana sin hacer nada. Además, nos demoraremos mil años en llegar donde esas brujas o lo que sean. –

Fadil la miró como tratando de comprender por qué la niña quería llegar luego donde las taumaturgas. Asintió con la cabeza y le dijo que lo hablaría con los demás elfos. Isis sonrió, dio media vuelta y fue hasta donde su ogled.
  • -        ¿Por qué quieres llegar luego? – Preguntó Mahasiah a su protegida –
  • -        Mientras más rápido lleguemos, mejor para mí, así podré ir pronto a mi casa – Contestó con simpleza. Lo miró detenidamente y le sonrió - ¿No creías que me quería quedar, cierto? Eres tan ingenuo, Mahasiah.

El ogled negó con la cabeza mientras veía como se alejaba la niña.  Yélahiah la miró divertido.
  • -        Majestad ¿podríamos dejar el entrenamiento hasta aquí? Debo hablar con los demás – Dijo Fadil bajando su espada. Ariadna se detuvo –
  • -        Bueno. Aunque no quiera, le encuentro razón – Comentó la hechicera - ¿Falta mucho para llegar? –
  • -        Si continuamos como lo hemos hecho hasta ahora, faltarían tres semanas, pero si lo hacemos como dijo mi majestad, podríamos llegar en dos semanas más – Ariadna asintió con la cabeza pensativamente.
  • -        Fadil ¿a quién le puedo pedir una espada de verdad? – Preguntó la hechicera, tomando por sorpresa al elfo –
  • -        A Daltar, majestad. Si me permite, quisiera saber por qué quiere una espada de verdad – Fadil se acercó a la niña –
  • -        Porque si es que llega a pasar algo, es más útil tener una espada de verdad y no una de madera- Contestó Ariadna, luego se alejó en busca de Daltar.

El elfo vio como la hechicera se iba. Sabía que tenía que ir a hablar con los demás elfos, pero, por unos segundos, se le olvidó. Se quedó enganchado mirando a la niña avanzar. Le gustaba cómo se le movía el pelo con el viento al caminar y también cuando no caminaba. Pasó bastante tiempo pensando en la hechicera hasta que se dio cuenta de que eso no estaba bien, definitivamente no estaba bien.

La muchacha meditaba cerca del riachuelo que atravesaba los terrenos cercanos a su hogar, el lugar estaba rodeado de árboles que le daban al lugar una especial aura de paz. Su cabello negro se mecía con la leve brisa que corría por el claro, causando que las ondas de este se asemejaran a las del riachuelo durante las noches de luna, se apartó unos mechones de cabello del redondo rostro y abrió los grandes ojos color miel. Alguien se acercaba, y este alguien se encontraba realmente nervioso, al punto del temor, pero todo eso quedaba opacado por la seguridad con la que lo sentía avanzar, la seguridad de alguien a quien no le importa lo que deba perder con tal de completar una tarea.
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Lucis pudo ver la silueta de un centauro acercarse cautelosa a través de los árboles, con recelo se levantó y miró hacia atrás, esperando que una de sus hermanas apareciera. Ízar avanzó hacia su hermana con paso rápido pero sin perder el garbo que la caracterizaba, cuando llegó donde ella, ambas se voltearon hacia la presencia que se acercaba por el line del bosque sin dejarse ver aún.

El centauro se acercó. Su rostro era más fino que lo normal para su especie y su cabello caía en finas ondas enmarcando su cara. Lucis pudo darse cuenta de que se hallaban ante una centáuride. Ízar dio un paso adelante y la miró fijamente. Luego de unos minutos, Lucis entendió que las tres volverían a su hogar.

Llegando a su casa se encontraron con la tercera hermana, Circe, una pelirroja de ojos color miel, al igual que sus hermanas, que se acercó a ellas, mirando fijamente a la centáuride.

-        Me llamo Casiopea – Comenzó la centáuride – y soy una desertora.
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  • -        Isis, me estás apretando mucho, no puedo respirar – Se quejó Mahasiah, tratando de soltarse de la niña que iba abrazada a él –
  •  -        Es que tengo miedo, esa bestia me mira como si quisiera hacerme algo, Mahasiah, y tengo mucho miedo. Quizás se va a comer al pobre caballo – Dijo la niña, mirando ceñuda al lobo que corría a su lado – Mahasiah, quiero un auto –

 -        No entiendo por qué no nos dieron un caballo a cada una – Comentó Ariadna, quien guiaba al caballo mientras Yélahiah iba sentado detrás de ella, aprovechando de abrazarla, ya mucho menos pegajoso que al principio – 
-   Es que no se les ocurrió traer más caballos, mira a Fadil – Respondió el ogled mientras se fijaba en el elfo que llevaba a su hermana sentada atrás de él –

Fadil guiaba a su caballo con la cabeza gacha, aburrido de los constantes gritos de su hermana. Sentía una gran tentación de tirarla del caballo e iniciar un galope para perderla de vista y seguir solo, pero lamentablemente recordaba que les había prometido a sus padres que la cuidaría. “¿Por qué no pude tener un hermano menor?” Pensaba cada vez que escuchaba un chillido de Fadinhe.

  • -        ¡No tan rápido! ¡No tan rápido! ¡TE DIJE QUE NO TAN RÁPIDO! – Gritó al elfa a su hermano –
  • -        Oye, se parece a tu mamá de copiloto – Le dijo Yélahiah a su protegida, quien solo rió –
  • -        ¡Más encima tengo que andar con las piernas abiertas! ¡Así no andan las damas! – Siguió gritando la elfa. Las hechiceras la miraron indignadas –
  • -        ¿Perdón? – Dijeron ambas, quienes también andaban en caballo con sus piernas abiertas. Fadinhe las miró avergonzada –
  • -        Sorry, pero nunca nos enseñaron a montar a la inglesa – La regañó Ariadna –
  • -        ¿Qué es a la inglesa? – Preguntó Fadil a la hechicera, ignorando la mala cara de Yélahiah –
  • -        ¡Es así, mira! – Dijo Isis, pasando su pierna por encima de la cabeza de Mahasiah –
  • -        ¡TE VAS A CAER! – Gritó el ogled, tratando de afirmarla –
  • -        No, no, mira ¡FADIL! – Llamó la niña al elfo, quien no le prestaba mucha atención – Es así, entonces me pongo de lado y así no llevo las piernas abiertas y… - Isis se resbaló del caballo y cayó de pie, miró orgullosa a Mahasiah y le sonrió - ¿Viste? No me caí. De todas formas, Fadil, así debería ser a la inglesa pero… como que necesito un poquito de practica –
El elfo le sonrió y ordenó a todos que dejaran a los caballos pastar para que descansaran un rato. Luego, le dijo a su hermana que fuera a hacer el almuerzo, para que lo dejara tranquilo aunque fuera por unos minutos.
  • -        No se puede hacer nada con esta cuestión – Se quejó Ariadna refiriéndose al vestido. Yélahiah la miró por unos segundos –
  • -        ¡Se me olvidó! Tu mamá me ayudó con unas cosas – Dijo el ogled y seguido de esto comenzó a sacar ropa de su bolso – Mira, te mandó estos pantalones, unas poleras… - El joven sacaba y sacaba ropa mientras la niña lo miraba entre sorprendida y admirada –
  • -        Por fin atinaste – Comentó Ariadna mientras miraba a Yélahiah sacar más cosas.

Del bolso salieron tres pantalones, ocho poleras –de las cuales Ariadna solo usaría tres- cuatro chalecos, dos delgados y dos gruesos, tres gorros, bufandas, dos pares de zapatillas, varios pares de calcetines, una pasta de diente, su cepillo de diente, un cepillo para el pelo, un shampoo, un bálsamo, sus lentes de sol, maquillaje, esmalte para uñas, quitaesmalte, bloqueador solar, una crema, un cintillo, una cajita con aros, un collar, un perfume, tres paquetes de galletas, una Coca-Cola tibia y agitada, una barrita de cereal, un paquete de tallarines, un alargador, su estuche de lápices y un cuaderno en blanco, su bata del baño, tres toallas y para finalizar un secador de pelo. Lo que quedaba en el bolso Yélahiah consideró que era mejor entregárselo en privado.
  • -        Eso es todo – Dijo con simpleza el ogled –
  • -        ¿Un secador? ¿Un alargador? ¿Para qué? – Preguntó Ariadna mirando los objetos –
  • -        El alargador era para el secador de pelo – Respondió Yélahiah encogiéndose de hombros –
  • -        ¿Y por casualidad no se le ocurrió mandarme mi mp3? –
  • -        No, pero te mandó esto – Dijo Yélahiah pasándole un par de pilas –
  • -        ¿Pilas? ¡¿Pilas?! ¿De qué me sirven si no tengo nada en qué usarlas? –
  • -        ¿En el secador de pelo? – Preguntó asustado el ogled.

Ariadna tomó un pantalón, una polera, un par de calcetines y un par de zapatillas y se fue al bosque a cambiarse de ropa.
  • -        ¡Majestad, no puede ir sola! – Dijo Fadil. La niña se devolvió, tomó del brazo Fadinhe y se fue al bosque.
  • Isis miró pacientemente a Mahasiah.
  • -        Dime que me trajiste algo a mí, porque si no, créeme, no va a ser lindo -  Dijo la niña a su protector, quien la miró sin entender –
  • -        Ah, sí , toma – Mahasiah le pasó un pequeño bolso a la niña – Ahí hay unas cosas –
La niña abrió el bolso, emocionada, esperando encontrar su laptop, un módem de internet, su mp3 y su celular, pero no fue así. Encontró un par de pantalones, dos poleras, un polerón, un chaleco delgado,  cinco pares de calcetines, ropa interior, una toalla, un par de zapatillas –las que nunca usaba- y cosas de aseo personal. Isis miró el bolso, a Mahasiah y de nuevo el bolso. Sacó sus lentes de sol, se los puso y le mostró una pequeña cajita.
  • -        ¿Era necesario que me mandara los lentes para leer? – Preguntó Isis – Me veo mal con estas cosas ¿por qué no le dijiste que no me los mandara? –
  • -        Creí que era sensato… - Dijo Mahasiah encogiéndose de hombros –
  • -        ¡¿SENSATO?! ¡No leeré nada acá! ¿O acaso esperabas que leyera los nombres de las calles que están escritos en los árboles? ¡NO HAY NOMBRES DE CALLES! ¡NO TENGO NADA QUE LEER! Ya, no importa… Esta ropa no combina – Isis tomó lo que ella creía se vería mejor y se fue a vestir, junto a Mahasiah –
Al rato volvieron las dos hechiceras junto a Fadinhe y Mahasiah. La elfa miraba un poco avergonzada a Ariadna, incomoda porque la ropa que llevaba la muchacha revelaba mucho, según Fadinhe, su figura. Isis pasó corriendo por al lado de ellas y se colgó de la rama de un árbol.
  • -        ¡Mira Mahasiah, puedo colgarme y no se me ve nada! – Gritó mientras saltaba del árbol – También puedo abrirme de piernas ¡Mira, Fadil! – El elfo justo miró a la niña cuando ella estaba en el suelo haciendo un Split. Fadinhe la miró sorprendida y le tapó los ojos a su hermano –
  • -        ¡Pervertido! ¡No mires a la hechicera! ¡Te acusaré a mi madre! – Dijo la elfa mientras se lo llevaba de ahí –
  • -        Isis, no creo que sea bueno que muestres tú… elasticidad. Para ellos que uses esta ropa es como si no llevaras ropa – Aconsejó Mahasiah levantando a la niña del suelo –
  • -        Pero… ¿Cómo sería si llevara un bikini? –
  • -        Te arrestarían por exhibicionista… -
  • -        Fadinhe  - llamó Daltar acercándose a la elfa- ¿necesitas ayuda? – preguntó galantemente -  cualquier cosa puedes llamarme ¿sabes? – la muchacha lo miro coquetamente, pero antes que pudiera responder Fadil la interrumpió con una tos forzada y metiéndose entre ambos.
  • -        Es mi hermana… ¿sabes? – le dijo molesto a Daltar. El lobo acompañante de Fadil miró al otro elfo reprobatoriamente – anda a cuidar los caballos.
  • -        Sí señor. – dijo y acató la orden.
  • -        No te quiero ver jugando con ninguno de estos elfos – regañó sobreprotectoramente a su hermana. – tu no vienes acá para buscar marido, para eso te quedas en la aldea ¿entendiste? – Fadil se dio media vuelta para irse y dejar a su hermana sola, cuando lo que escuchó lo hizo devolverse.
  • -        ¿Y con qué cara me vienes a decir tú, Oh GRAN GUERRERO, que no puedo jugar si tú, EL MEJOR DE LA ESPECIE, no le quitas los ojos de encima a la hechicera? ¡Ah! ¿Creías que no me había dado cuenta? ¡No soy tonta, hermanito! Yo sé que a ti te gusta la hechicera – Fadinhe lo apuntó con su cuchara de palo – Así que no me vengas con esos cuentos – Fadil la miró lívido –
  • -        Cállate – le susurró – No es algo de lo que esté orgulloso… ¿Es muy obvio? – preguntó asustado.
  • -        No, pero yo, Yélahiah y majestad Isis parece que lo hemos notado – Respondió la elfa – Fadil ¿te gusta en verdad? – Fadil bajó la mirada y asintió con la cabeza - ¿De verdad? –
  • -        Sí –
  • -        Eso no es bueno. Tú sabes que no podemos involucrarnos de esa forma con las hechiceras, está condenado – Le advirtió seria Fadinhe - ¿Qué haremos al respecto? –
  • -        Nada. No hay nada que hacer, no voy a hacer nada tampoco ¿qué puedo hacer? Nada – El elfo le dio la espalda y su hermana lo miró, compadeciéndolo –
-        Si necesitas hablar, estoy aquí, soy tu hermana. Sabes que te soportaré todo – Ambos se quedaron mirando por unos segundos, entendiéndose. Fadinhe sonrió y levantó su cuchara de palo – Ya, no te pongas serio, ándate, tengo que cocinar –