lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo VI: Las Taumaturgas PARTE II

El elfo se adentró hasta lo más profundo del bosque y cuando ya se dio cuenta de que nadie lo encontraría allí, susurró el verdadero nombre de su lobo “Loften”, a los pocos segundos la sombra del lobo se dibujó por entre los arboles y a paso tranquilo se acercó a Fadil. Se sentó bajo un árbol y el lobo se acomodó al frente, como esperando pacientemente que comenzara a hablar.
-      -  ¿Crees que debemos confiar en ella? – Preguntó el elfo.
-     -   “Si quieres mi opinión y creo que es por eso que por eso me llamaste, a mi nunca me han causado mala impresión los centauros” – le respondió Loften. Si bien este podía entender todo lo que dijeran las otras razas la conexión entre lobo y elfo le permitía  a Fadil ser el único en poder escuchar lo que pensaba animal y así poder comunicarse, lo mismo con los otros clanes de elfos – “a pesar de que ellos no se queman las manos por nadie, el hecho de que esa centáuride esté aquí, con nosotros, es un signo de que algo esta pasando dentro de esa raza. Lo importante es saber si hay mas que piensan como ella.”
Fadil asintió con la cabeza y lo miró pensativamente, tratando de ordenar las ideas que tenía en la cabeza.
-        -¿Y si es una treta? –
-    -  “Entonces la matamos” – el lobo ladeó la cabeza – “No delante de las hechiceras, por supuesto, Isis se alteraría y Ariadna no lo permitiría… Por cierto ¿qué harás con respecto a ella?” – Fadil bajó la cabeza, preocupado- “Ella es la hechicera y tú un elfo, pero eres el alfa de tu clan y lo que sientes por ella te está nublando. Ten cuidado” –
-       - Loften, es complicado –
-       - “Lo sé, yo te apoyo, pero ten cuidado con tus acciones” – Loften se acercó a su lado – “O la dejas tranquila o vas por ella de una vez, no puedes ser un alfa indeciso, los jefes debemos tomar decisiones, les gusten o no a los demás. Y recuerda, cualquier decisión que tomes, yo la apoyaré” –
-        - Ajá… Es hora, si no parto ahora Ízar me dejara sin almuerzo – se excusó mientras se levantaba y se limpiaba los pantalones, todo sin mirar al lobo.
-        - “Claro. Cambia el tema, elfo cobarde”- pensó estirándose para luego seguirlo.

Isis, Ariadna y Yélahiah conversaban afuera de la casa de las taumaturgas sobre sus nuevos poderes, aunque claro, el tema cambiaba cada cinco minutos gracias a las teorías que sacaba el ogled e Isis, por lo que Ariadna se esforzaba en vano por mantener el tema original.
-        - Oye, E-Vidente ¿no sabes que hay en la pieza que está al lado de la nuestra? – Preguntó Isis –
-        -No – Respondió Ariadna encogiéndose de hombros - ¿Por qué? –
-        -Porque Fadil salió de ahí y parecía enojado… ¡Quizás trajeron a sus papis para que lo retaran por molestar a Fadinhe! –
-      -  Debe ser eso, o quizás le dijeron que esa habitación era un baño anti elfos, si yo fuera elfo no me gustaría tener algo así… - Agregó divertido Yélahiah –
-      -  Eso es ridículo – Dijo Ariadna, ya cansada de sus extrañas ideas – Yélahiah, concéntrate y háblame más sobre este nuevo poder que sí podemos ejercer –
-       - ¡YA SÉ! – Gritó la otra hechicera – Dime ¿qué ves en mi? – Dijo haciendo poses. Ariadna pestañeó sin entender –
-        -¿Cómo quieres que te diga eso? –
-        -Pero si tú puedes hacerlo, tienes como el tercer ojo o algo así… Ya, dale –
-        -No funciona así, aún – Yélahiah frunció el ceño – Es más complejo y es la razón por la que seas una solitaria amargada –
-        -Así que es por eso… - Comentó Isis mirando sonriente a Ariadna –
-       - En realidad, es difícil de explicar, pues hasta ahora ha sido algo más instintivo, pero lo tiene que desarrollar de tal manera que sea una herramienta que pueda usar a su gusto ¿entienden? – El ogled miró a ambas y comprendió que no lo habían entendido del todo – A ver, hagamos un ejercicio, Ariadna, mira a… Lucis y dime qué es lo que te parece –
    Ariadna se fijó en la taumaturga y sin mayor esfuerzo tuvo la certeza de que era lo que pensaba la muchacha.
-     -   Está pensando en Mahasiah – Dijo con confianza la hechicera.
-     -   ¿En serio? A mi me parece que no sabe qué hacer de almuerzo porque es tonta – Isis se cruzó de brazos y siguió mirando a la taumaturga –
-       - No, estoy segura de que está pensando en Mahasiah –
-        -Vamos a ver – Yélahiah le hizo un gesto a Lucis, quien se acercó de inmediato – Lucis, querida ¿pensabas en Mahasiah? – La taumaturga enrojeció hasta las orejas y esa fue la respuesta que le bastó a Yélahiah – Ves? Aquí se intensifica tu poder, en la tierra no es tan… poderoso por decirlo de alguna manera, a lo más se mostraba si alguien no te daba confianza o algo así, y siempre sabías si tus hermanos estaban metidos en alguna cosa  –
-      -  Aaaah… ¡Tu poder es más bakán que el mío! – Dijo una taimada Isis, luego se fijó en que la taumaturga seguía ahí – Ya, ándate, nadie te quiere acá – Agregó con tono arrogante – Entonces, ella lee mentes –
Continuaron conversando cuando a lo lejos vieron que se acercaba el lobo de Fadil.
-        -Viene a molestarte – Dijo divertida Ariadna a su amiga, quien apuntó con su dedo al animal –
-        -¡Ah, no, ni se te ocurra gato! – Amenazó Isis. El lobo se le acercó más - ¡Ándate, animal cochino! –
Mientras Isis jugaba con Alfa, Ariadna sintió el repentino cambio en la actitud de su ogleda, de una alegría casi molesta paso a un desbordante rechazo, el vuelco shockeó a la muchacha ya que era como si una nube de tormenta se alojara en los ojos de Yélahiah, o al menos esa fue la impresión que le provocó a la niña.
Ariadna miró confusa a Isis quien le hiso un gesto indicándole que no le diera mayor importancia, que después le explicaba. La muchacha volvió su atención a  Yélahiah y cuando Fadil llegó cerca de ellas no pudo evitar sonreírle a Ariadna, lo que no pasó desapercibido por el ogleda.
-        - Sonrisas para una y nada para la otra… Qué interesante tu manera de actuar, elfo –
-       - ¡Es que yo estoy muy enojada con él! – intento distraer la atención Isis - ¡Por… Porque él no sabe entrenar a su gato y el gato no me deja tranquila! – Ariadna miró a Isis, confundida – Es verdad… - Se excusó la hechicera –
-        -Preocúpate de proteger a la hechicera, ogleda, no de analizar mis acciones – Fadil le dedicó una mirada fría a Yélahiah y luego entró junto al lobo a la casa de las taumaturgas.
Ariadna vio alejarse al elfo y luego se volvió, aún confundida, a su ogleda, quien no estuvo tranquilo hasta que lo vio entrar y mantuvo su semblante serio, mientras que Isis miraba a todos lados, buscando alguna excusa para salir de ahí.
-        -Yo me iré porque la mala onda es evidente y me incomoda – Dijo Ariadna alejándose de los otros dos –
-        -¡El tercer ojo! – Gritó Isis, sobresaltando a un ensimismado Yélahiah. La muchacha esperó a que su amiga se alejara lo bastante como para que no a escuchara y se acercó al ogleda – Oye, chistoso, los celos son obvios así que trata de no ser tan… E-Vidente – regañó seria – Ubícate… desubicado – Dijo y entró a la casa a buscar a su propio ogleda, que la mandó a almorzar.

El resto de la tarde Izar la pasó tratando de convencer a Isis para que practicara con sus poderes, la respuesta siempre era “see, claro” mientras se sentaba a ver como Ariadna intentaba sacar sus poderes.
Ya llevaban algunos días en el hogar de las taumaturgas y aun no lograban que Isis practicara absolutamente nada, ni magia ni el arco, no lograron que comiera ni que se cambiara las ropas que llevaba de la tierra. En cambio, Ariadna tampoco se cambiaba la ropa pero sí comía y practicaba la espada y la magia, no con mucho éxito, lo que la ponía de mal humor. Así que en esos momentos se encontraba practicando con la espada, que le daba mejores resultados.
Isis miraba a su amiga practicar con la espada junto a Fadil. Llevaba casi media hora sentada en un tronco, sin dejar de observar cada detalle. Se fijó en el rubor que le apareció en el rostro a Ariadna cuando el elfo se puso detrás de ella mientras le enseñaba un nuevo movimiento, en que le brillaban los ojos cuando él le sonreía y le decía “muy bien, majestad” y que, a veces, actuaba como una tonta niña enamorada de su maestro y, eso era, una niña enamorada, lo de tonta, prefería no decirlo.
De repente, se acercó Gorio junto a su caballo, uno de los elfos con más edad del grupo. Mientras él arreglaba la montura, Isis comenzó a hablarle.
-        -Gorio, tengo una pregunta –
-        -¿Sí, majestad? –
-      -  No me digas “Majestad” me siento señora, dime Isis – sonrió. El elfo la miró – Ah, sí, la pregunta – Isis volvió a mirar a los tórtolos - ¿Qué ocurriría si uno de ustedes tiene algo con una de nosotras? –
Gorio la miró extrañado, la hechicera hacía preguntas extrañas. Eso era imposible, los elfos estaban para cuidarlas.
-      -  Majestad… Isis – dijo al ver la mirada reprobatoria de la muchacha – No entiendo a qué se refiere con “algo”.
-        -Un enamoramiento, como si a un elfo le gustara una hechicera y viceversa –
-      -  Ah… bueno, majestad, digo, Isis, eso no puede pasar. Los elfos siempre hemos estado para cuidarlas y protegerlas. Tener un “enamoramiento” significaría ponerlas en riesgo… Y, no nos conviene. Además, eso no puede pasar ya que si se diera el caso el castigo para el elfo infractor sería la muerte por faltar a sus responsabilidades con todas las razas. – Contestó el elfo, fijándose en que la muchacha miraba atentamente a su compañero y a la hechicera - ¿Por qué lo pregunta? ¿Acaso ocurre algo?
Isis notó que el elfo también miraba a sus amigos, pero no parecía comprender. De repente, vio un brillo de astucia en él y se asustó. Cambió rápidamente de tema.
-     -   Es que… Verás, siento que entre nosotros hay algo, química podríamos decir – Dijo, mientras se reía - ¿Acaso no lo sientes? Porque podríamos fugarnos…–
El elfo se rió, entendiendo que la niña ocultaba algo.
-        -Lo siento, majestad, la diferencia de edad es mucha. Usted podría ser mi nieta. Además, ya estoy con alguien – Contestó, terminando de cepillar a su caballo – Y, ella es mi luz –

Isis sonrió al ver que el brillo de astucia pasaba a uno más soñador, como si de verdad él estuviera enamorado. Luego se levantó y caminó hacia Ariadna y le susurró “Tenemos que hablar… Disimula”. La morena la miró confundida y con un gesto le hizo entender a Fadil que seguirían luego y caminó junto a Isis. Al llegar a un claro dentro del bosque, abrió la boca para hablar, pero su amiga la interrumpió.
-    -    Sé que te gusta Fadil, es obvio – Dijo la niña, apoyándose en un árbol – Pero tienes que aprender a disimular. Yo me di cuenta, Mahasiah igual y creo que Yélahiah también. Lo bueno es que los elfos aún no y, créeme, lo de ustedes – continuó mientras la apuntaba – no es buena idea.
-     -   No sé a qué te refieres. Debes estar alucinando, siempre lo haces – dijo la aludida mientras un extraño tic aparecía. Comenzó a pestañear más de lo normal, Isis lo notó y le sonrió picaronamente – ¿De qué te ríes? –
-        -¡De ti, enamorada! Deja de mentir, yo no le diré a nadie –
-        -No sé de que hablas –
-        -Sí lo sabes –
-        -No, no lo sé –
-        -Sí, si lo sabes… Ariadna de… Fadil – La morena palideció y luego se ruborizó - ¿Ves? ¡Lo aaamaaas! – Se burló Isis – Aceptarlo es lo más fácil.
-        -¡No tengo nada que aceptar! Hay cosas más importantes que saber quien me gusta – Se trató de defender. Ariadna le dio la espalda, dispuesta a volver al campamento –
-       - ¡Tú, señorita, no vas a ninguna parte! Negación es la primera fase, luego viene aceptarlo ¡Acéptalo! ¡Te gusta! Y después, bueno… después viene la mejor parte –
Ariadna se detuvo, sino fuera porque dependía de ambas el bien de ese lugar, ya la habría golpeado. La miró por encima de su hombro y le dijo “No digas nada”. Isis comenzó a reír y la alcanzó hasta tomarla del brazo, caminaron por el bosque para acercarse al campamento.
-        -¿Sabes? Cuando me mientes a mi, pestañeas mucho por que cuando le mientes al resto no pestañeas nada – Dijo con tono infantil – Es fácil que yo sepa cuándo mientes.
-        -¿Por qué a veces eres tan observadora y otras veces eres tan… volátil? – Isis la miró –
-        No lo sé… Es que eres tan E-Vidente… ¿sabes? Quiero un caballo – contestó de forma pensativa. Ariadna se golpeó con la mano su frente y siguieron caminando mientras Isis hablaba de todas las razones por las que debería tener un caballo. “Blanco… o café, me gustan ambos ¿habrán rosados?





Casiopea había conseguido el permiso de Fadil para poder salir e internarse en el bosque para poder leer las estrellas, había salido mientras la hechiceras practicaban, alcanzó a atísbalas, no eran mas que unas niñas que llevaban ropas raras, una era menor de lo que esperaba pero manejaba la espada mucho mejore de lo que esperaba y la otra le pareció peculiar.

Galopó lo más rápido que pudo a lo profundo del bosque y miró hacia las estrellas, y se encamino hacia la otra salida del bosque.
-        -Que las estrellas iluminen tu camino… - escuchó la voz que esperaba aparecer de los bosques
-        -Y que guíen a salvo tu camino a casa. – terminó el saludo protocolar de su raza.
-        Es un alivio que hayas logrado la primera parte de la misión a salvo – comenzó Cefeo - ¿Cómo va todo?
-        -No me dejan salir de la habitación – comento mientras comenzaban a caminar.
-        -¡Te escapaste! – exclamó preocupado el centauro.
-        -Pedí permiso al Teniente General de los elfos para poder salir a leer las estrellas, no he podido comunicarme con las hechiceras, pero son solo unas niñas y no sé si podrán con todo lo que conlleva ser Hechiceras.
-        -Debes acercarte pronto a ellas, nos conviene ganarnos su confianza y eres el él único nexo que tenemos con ellas. Debes procurar que aprendan a defenderse rápido pues Adrik ya comenzó con sus movimientos, Kulfen encabezará a los enanos que irán en pos de las hechiceras, quieren a la Vidente.
-       - Debemos separarnos Cefeo, no debemos poner en riesgo la misión dejando pasar tiempo valioso. Que las estrellas iluminen tu camino. – se despidió Casiopea.
-        -Y que guíen a salvo tu camino a casa. – El centauro hizo el gesto de tomarle el brazo – Cuídate.
-      -  No necesitas preocuparte por mi – le respondió despacio – Cuida tus pasos – la centáuride inicio el galope de vuelta.

viernes, 10 de febrero de 2012

Capítulo VI: Las Taumaturgas PARTE I

-                      Señor, acaba de llegar el informe del ataque sorpresa realizado al grupo de las hechiceras – comenzó Cefeo – según lo escrito el ataque fue todo un éxito, no hay  bajas en ninguno de los grupos, lamentablemente. Menciona que los elfos, un grupo de ocho que incluye a Fadil, el cabecilla del clan de los lobos, Gorio, su segundo al mando y el elfo con más experiencia del grupo, y los cabecillas de los clanes del zorro, el halcón, el puma, las serpientes y un representante de los clanes de la costa, se vieron sobrepasados por el ataque en una primera instancia pero que pudieron repeler el asalto con facilidad luego de que se acomodaran a la situación. Y se destaca la participación directa de las hechiceras – Adrik  lo miró atentamente, aquella era una conducta que no esperaba de esas niñas –
-                      Profundiza –
-                      A las hechiceras se las estaba trasportando fuera del campo de batalla, pero luego de que los enanos empezaran a atacar ellas volvieron para defender a los elfos. Encontramos esa actitud inesperada ya que lo más sensato hubiera sido que hicieran caso a sus ogleda y se hubieran retirado. – comentó el centauro –
-                      ¿Y que dicen las estrellas acerca de esto? –
-                      Dicen que usted como persona particular debe estar atento a los movimientos de las hechiceras. – Adrik le hizo un gesto con la cabeza para que continuara – el informe también menciona la forma de luchar de las hechiceras, dice que la Vidente luchó con la esgrima de los elfos y, citando, “pegando coces como una mula”, en cambio la Ilusionista entró con un arco a la batalla, dispuesta a lanzar una flecha, pero que lo arrojó, pegó dos patadas y comenzó a gritarle a nuestros enanos – Adrik frunció el ceño, era la primera vez que Cefeo lo veía hacer alguna expresión aparte de ese gesto cruel que lo caracterizaba – y luego mandó uno volando con su capacidad para manejar el aire. Así que debemos mantenernos a una distancia prudente del alcance de su magia.
-                      ¿Y la otra? – inquirió el rubio.
-                      No, la Vidente aún no ha sacado sus poderes, no sabemos si es porque no los ha querido mostrar o porque aún no posee control sobre ellos. – Cefeo revisó nuevamente el informe y algo llamó su atención – También dice que el grito de guerra de la Ilusionista es “La violencia…no…resuelve nada…” – el centauro releyó la frase para asegurarse de que no estaba leyendo mal y luego miró confundido al hechicero. Adrik tenía el ceño aún más fruncido a causa de la extraña declaración. Luego de unos segundos, el hechicero volvió a su expresión normal y miró fijamente a Cefeo mientras una sonrisa cruel se asomaba en su rostro.
-                      Es hora de actuar –
Ambas niñas caminaban juntas, separadas de sus ogleda, para poder hablar tranquilas. Ya se caían bien, se hablaban y compartían secretos. Ariadna nunca se habría imaginado que podría encontrar una amiga en Isis y viceversa. Las dos se reían y conversaban como si siempre se hubieran llevado bien, aunque claro, la trigueña con más recato que la otra.
Los elfos se detuvieron en un claro y Fadil pidió una reunión junto a las hechiceras y sus correspondientes ogleda.
¾    En una hora llegaremos al hogar de las taumaturgas – Comenzó el elfo – Y, bueno, nuestra misión no ha terminado, seguiremos con ustedes, hechiceras, pero quisiera que sepan que vendrán situaciones peores que el ataque de los enanos y deben estar preparadas.
Isis se miró con Ariadna ¿por qué seguían insistiendo con que ellas no sabían defenderse? Después de todo, no les fue tan mal contra los enanos. La muchacha de ojos azules levantó la mano, interrumpiendo a Fadil, quien la miró interesado.
¾   - ¿Sí? –
¾    - ¿Van a seguir con nosotras mientras estemos donde las taumaturgas? – Preguntó la niña. El elfo sonrió alegre y asintió con la cabeza - ¿Y seguiremos entrenando? –
¾    -Por supuesto – Respondió Fadil. Isis bufó –
¾   - Yo creía que ahora solamente practicaríamos como sacar nuestros poderes y todo eso… - Comentó Ariadna mirando fijamente al elfo –
¾    -No solo aprenderán a usar sus poderes, majes… Ariadna – se corrigió rápidamente el elfo, un tanto incómodo - también seguirán entrenando. – El elfo la observó en silencio por unos segundos y luego volvió su vista a los ogleda – Mahasiah, Yélahiah, estando con las taumaturgas estarán más seguras, las tropas de Adrik saben que tienen todas las de perder si atacan estando cerca del hogar de las taumaturgas, pero de todas formas, no dejen solas en ningún momento a las hechiceras. Estarán esperando un momento para atacarlas. – Ambos jóvenes lo miraron seriamente y asintieron – Entonces ¿vamos? –
Isis le dedicó una sonrisa cómplice a Ariadna, que no la entendió y no le prestó más atención. Luego de finalizar la reunión, Fadil mandó a levantar el campamento para ponerse en marcha.

Unas horas después, luego de muchos “¿y cuánto falta?” “¿y ya llegamos?” “¡Más te vale que no me dejes sola, ogled-loquesea traicionero!” de parte de Isis y bufidos de parte de Ariadna y Mahasiah, risas de Yélahiah, Fadil y Fadinhe y claro, los constantes gritos “¡VE MÁS LENTO!” de la elfa, por fin, llegaron al hogar de las dichosas taumaturgas.
Casiopea sintió un gran alboroto dentro de la casa de las tres hermanas y curiosa, entró para ver qué ocurría. El escándalo que tenía la menor, Lucis, corriendo de un lado a otro, la sorprendió, mientras que las otras dos la miraban manteniendo cierta distancia prudente.
- ¡Viene Mahasiah! – Gritó emocionada Lucis a la centaúride, quien levantó las cejas algo aturdida –
- Lo sabemos, hermana, lo has repetido toda la mañana… - Comentó Circe, cepillando su rojo y voluminoso cabello delante de un espejo de mano –
- ¡Es que viene MI Mahasiah! – Lucis le quitó el espejo – Ay por mis majestades, debería lavarme el pelo… -  Circe le quitó con brusquedad el espejo –
- Lo lavaste en la mañana – Dijo mirándola enojada – Y por enésima vez, no te voy a prestar mi ropa –
- Lucis, entiendo que estés tan emocionada, pero compórtate delante de nuestra invitada – Ízar se levantó de la silla en la que estaba para acercarse a Casiopea – Lo siento, él es alguien muy especial para mi hermana y le trae muy buenos recuerdos – Agregó mirando algo avergonzada a Lucis, quien sonrió como pidiendo disculpas – Ya están cerca, prepárense. Lucis, cálmate. Circe, ponte algo más sobrio. Casiopea, no estés tan nerviosa –
Ízar tomó aire y sonrió, acercándose a la puerta pero fue empujada por una ráfaga de cabello negro que salió como alma que lleva el diablo por la puerta, gritando “¡Mahasiah!”. Circe se acercó a su hermana mayor y le sonrió burlescamente, palmeando su hombro.
- ¡MAHASIAH! –
El aludido saltó del caballo que encabezaba la marcha, pasándole las riendas a Yélahiah y corrió con la sonrisa más grande que Isis le había visto en la cara. El joven se encontró con una muchachita que saltó a sus brazos, dieron un par de vueltas abrazados y luego se detuvieron. Mahasiah la miró a los ojos y la besó como no lo había hecho en mucho tiempo. Si no fuera por Ariadna, Isis habría terminado bajo el caballo y probablemente provocando un incendio pues por alguna extraña razón de sus manos salían chispitas.
- Cálmate, mujer, cálmate – Dijo la trigueña, mirándola sorprendida –
- ¡DESGRACIADA, MAHASIAH ES MÍO! – Rugió notablemente alterada, pero siendo ignorada por la pareja. Fadil la miraba espantado mientras que Yélahiah se esforzaba para no caerse del caballo por un ataque de risa, mientras que los demás elfos no podían contener su espanto ante la furia de la hechicera.
Lucis se separó avergonzada ante la actitud tan liberal de su amado y cubrió su rostro con ambas manos. El joven la acercó, envolviéndola en un abrazo y riendo al ver a la muchacha tan sorprendida. De repente, recordó que no estaba solo y miró a los demás, notando el espanto en sus rostros, buscó con la mirada el porqué y se encontró con una Isis que literalmente lanzaba chispitas desde sus manos y a una Ariadna que miraba reprobatoriamente a Yélahiah, que se hallaba sentado en el suelo riéndose a carcajadas mientras apretaba su estómago. Tomó de la mano a Lucis y, cuando se dispuso a caminar hacia ellos, tres personas llegaron a la pareja.
- ¡Ízar! – Saludó Mahasiah sin soltar a Lucis –
- Mahasiah, compórtate, no alteres más a mi hermana de lo que ya estaba – fue el amable saludo de la taumaturga mayor – ahora ¿me presentarás a tu protegida? –
El ogled miró a Isis y frunció el ceño.
- Si tú te quieres arriesgar… Vamos –
Caminaron hacia el grupo que se había detenido ante el encuentro de la pareja. Fadil se bajó de su caballo y saludó con una reverencia a las taumaturgas, sonriente. Isis y Ariadna se mantenían distantes de las que los fueron a recibir, ya que la trigueña estaba al lado de Yélahiah, mirándolo mientras seguía riéndose e Isis, bueno, ella no quería saber nada de nadie.
El elfo cabecilla se acercó a ambas hechiceras junto a las taumaturgas.
- Ellas son las hechiceras – Comenzó presentando a la trigueña – Ariadna, la hechicera de la tierra y el agua – Indicó con un leve sonrojo – Isis, la hechicera del fuego y el aire – Agregó – Majestades, ellas son las taumaturgas, Ízar, Circe y Lucis – Dijo indicando a cada una – Ellas serán quienes las ayudarán con sus poderes –
Ariadna observó detenidamente a cada una de las hermanas, quienes demostraban ansiedad y nerviosismo en sus miradas. De repente, sintió como si su mente estuviera siendo revisada por alguien más y tuvo la certeza de que la culpable era Ízar, que la miraba sonriente. A pesar de eso, le daba cierta confianza, pero alzó una ceja en una silente petición de “deja de revisar mi mente”. La taumaturga comprendió y se fijó en la otra hechicera, que miraba con odio mal contenido a su hermana menor, Lucis, quien se escondía detrás de Mahasiah.
- Mahasiah, ella me da miedo – Susurró Lucis al notar el inminente odio de la hechicera. El ogled sonrió algo incómodo –
- Majestades – Dijo Ízar a las muchachas – Si gustan acompañarnos – La taumaturga se acercó a Fadil y le habló en voz baja – Tenemos una invitada especial que nos gustaría que conocieran. Por favor, no sean bruscos con ella, se encuentra en una situación delicada – El elfo frunció el ceño –
- Tendremos cuidado – Dijo, luego se dirigió hacia los otros elfos y les advirtió de la situación, éstos revisaron con disimulos sus armas y se dirigieron junto a los demás al hogar de las taumaturgas que se encontraba a pocos metros –
Ya instalados en el recibidor, Ariadna se fijó en que la colorina que presentaron como Circe, no parecía muy feliz de su llegada y notó que los ignoraba, como si en realidad su presencia no le fuera agradable. Esa taumaturga no le daba buena espina, por alguna razón no le era confiable a diferencia de Ízar o de la muchachilla que se escondía al lado de Mahasiah.
-          Majestades… - Comenzó Ízar, siendo interrumpida inmediatamente –
-    -      Y dale con la misma cuestión ¡Es Isis y Ariadna, no majestades! ¡Duh! – Estalló Isis - ¡Excepto tú! ¡Para ti soy suprema majestad ídola diva DIOSA DEL UNIVERSO Y TODO LO EXISTENTE! – Agregó apuntando con furia a Lucis, escuchó una tos desde atrás y no pudo reconocer a quien pertenecía, ni lo intentó tampoco – Y ella también ¿entendido? – Terminó apuntando a Ariadna, que la miraba con la misma cara que al principio, sin entender - ¡ME BASTA CON QUE ASIENTAS CON LA CABEZA, NO ME SIRVEN GEMIDOS! –
Fadinhe miraba atónita la escena, tratando de entender la situación y como no le dio mucho resultado, se acercó a Ízar.
-       -   Disculpa, Ízar ¿dónde está la cocina? – Preguntó la elfa – Quiero empezar a preparar algo para comer y tal vez colocar alguna hierba calmante en la comida de Isis… - Agregó en un susurro –
-        -  En esa puerta – Indicó algo confundida la taumaturga. Luego de que la elfa se fuera, trató de continuar – Como iba diciendo, ustedes han venido aquí para aprender a manejar sus poderes… -
-      -    Sí, si eso ya lo sabemos – Interrumpió Ariadna – Y disculpa la interrupción pero si no hablas rápido, no lo contamos mañana – Dijo apuntando a Isis – Mientras más rápido, mejor –
-         - Entiendo, majestad, nosotras poseemos habilidades para ayudarles a manifestar de manera segura sus poderes, junto con sus ogleda. Probablemente ya les han dicho los elementos que pueden controlar, pero estoy segura que se han dado cuenta de que no es solo eso lo que pueden hacer. Por ejemplo, usted majestad Ariadna estoy segura que es muy buena juzgando a la gente – la hechicera meneó la cabeza mientras Yélahiah gritaba un colérico “SÍ” – En cambio, usted majestad Isis, si me presta atención, por favor – La aludida la miró sonriente – Usted puede lograr que la gente crea todo lo que dice, incluso lo que sabe que es mentira, al menos por un rato – Isis se acarició el mentón, pensando y luego asintió – La razón de esto es porque aparte de controlar un par de elementos, tienen otras capacidades. A su rama de la familia – continuó intentando mantener la atención de Isis – se les llama los “Ilusionistas”, ya que son capaces de hacer ilusiones, controlar por un corto lapsus de tiempo las mentes de los demás, hasta el punto de, en el peor de los casos, hacer perder la razón a algún individuo, por supuesto nosotras estamos protegidas contra eso, nos hemos entrenado toda nuestra vida para ayudarlas y no vernos afectadas por esta capacidad en específico – Agregó al ver que la mirada de la hechicera se dirigía hacia Lucis – En cambio, usted – dijo un poco más tranquila – majestad Ariadna, su rama de la familia es llamada los “Videntes” y su capacidad no nos hará perder la razón a diferencia de las ilusiones. Usted es capaz de ver la verdadera naturaleza de las personas, esa es la razón por la que probablemente no es muy cercana a la gente y  no le cree a nadie, es una capacidad bastante dura de poseer, pero al menos sabe que la gente que usted se permite tener cerca merecen la pena. Y ahora teníamos planeado que Lucis les enseñará sus habitaciones pero no es seguro para nadie así que Circe lo hará y si el Teniente General Fadil gusta de acompañarme junto a su tropa –
-         - ¿Teniente qué? – Dijo Isis entre risas –
-     -     Así que eso eras… - Comentó Ariadna divertida viendo como el elfo hinchaba el pecho orgulloso – Qué raro, tienes más cara de un cabo cualquiera – Agregó, logrando que el elfo se sintiera como chicle pegado en el zapato –
-     -     Teniente cabo Fadil – Isis le sonrió – Ah, perdón, era E-Vidente que lo eras – Comentó mirando picaronamente a Ariadna, olvidándose por un momento el odio que había sentido rato atrás y siendo conducida por Circe hacia la parte posterior de la casa-

Ízar los guió hacia la puerta que se encontraba en el centro del gran salón de estar de forma semi circular, Fadil vio de reojo que las dos hechiceras entraban junto a una de las taumaturgas a la puerta de la derecha, intrigado por conocer a la invitada secreta, entró junto a la hermana mayor y los demás elfos a la habitación y lo que vio no lo dejó más que anonadado. En ese preciso instante, sus compañeros sacaron las armas, dispuestos a atacar, pero la mano en alto de su líder los detuvo. La taumaturga le dedico una mirada significativa a Fadil.
- Casiopea – Llamó la rubia.
La aludida, que al sentirlos entrar respiró tratando de calmar sus nervios, observaba por la ventana, tratando de ignorar el sonido de las espadas y convenciéndose a sí misma de que se había arriesgado por una razón importante, el bien de su mundo. Se dio media vuelta al escuchar su nombre y se fijó en quien parecía ser el líder del grupo, el joven elfo de cabello cobrizo y ojos rasgados que la miraba curioso. Dio unos pasos tímidos hacia el grupo e hizo una reverencia.
- Él es Fadil, el Teniente General de las defensas élficas – Señaló Ízar – Ella es Casiopea, una desertora de las filas de los centauros que ha decidido apoyar nuestra causa –
Fadil frunció el ceño, tratando de entender cómo era posible que hubiera una desertora en las tropas de los centauros y que, además, siguiera viva, pues no sabía de alguien que al abandonar una causa en común lo dejaran ir con vida, menos si se trataba de un grupo tan estricto como los centauros. Con una seña le indicó a sus compañeros que bajaran las armas.
- ¿Y qué te ha hecho cambiar de parecer, Casiopea, como para traicionar a tu propia raza? – Preguntó el elfo con autoridad – ¿Por qué tendríamos que confiar en ti si eres una traidora?
- Lo que hice fue por un motivo, no he dejado de ser lo que soy pero las estrellas me han dicho que la paz recae en los hombros de las hechiceras – Dijo con calma en la voz la centáuride, tratando de ocultar el temor que le infundía la gatuna mirada del elfo –
- ¿Y cómo podríamos saber que no es esta una treta de parte de Adrik para meterse en nuestras filas? -  Insistió Fadil –
- Porque yo le leí el pensamiento y lo que dice es verdad – Aseguró Ízar, metiéndose en la conversación –
- Fadil, recuerda que los centauros saben cómo protegerse – Susurró Gorio a su Teniente – Especialmente sus recuerdos –
- No le creo, Teniente – Agregó Daltar en un susurro –
- Además, Circe pudo leer sus intenciones y, cito “es una simple traidora” – Ízar miró a Casiopea y luego se volvió a Fadil – Es nuestra invitada y protegerá a las hechiceras, los ayudará a ustedes con los movimientos de los centauros, nos será de gran utilidad –
Los demás elfos miraron expectantes a su líder, quien tenía un semblante serio y su ceño fruncido. Fadil observó fijamente a la centaúride, quien esperaba el veredicto con temor.
- La mantendremos vigilada – Sentenció – No se podrá acercar a las hechiceras a menos que haya presencia élfica –
El elfo se dio media vuelta y salió sin esperar a sus compañeros, caminó hacia el estar, dispuesto a caminar junto a Alfa, cruzándose  con su hermana sin mirarla. Salió de la casa de las taumaturgas junto al lobo y se dirigió al bosque, ignorando la presencia de ambas hechiceras que lo vieron alejarse algo sorprendidas por el semblante de Fadil.